Mi vida tiene de todo ..menos
Autor: Pablo Córdoba
Se prendió la luz del contacto y encendí el primer cigarrillo.
Con el estilo de los tipos exitosos, mientras tiraba el humo,
de una sola patada dejé el motor en marcha.
Cuánta alegría me causó volver a escuchar
el rugir de su motor entre mis piernas.
Ahora que pienso en todo aquello: ¡Qué facha que tenía ahí arriba!
¡Qué lindos sentimientos me despertaba sentir el viento en la cara!
Me sentía importante y poderoso.
No podía ser de otra manera.
Sentado ahí arriba me sentía el dueño del Universo.
¿Cómo no iba a creerme el tipo más libre del planeta?
Yo: que no tenía nada en la cabeza ni a nadie encima de ella.
Digo nada, refiriéndome al casco, y digo nadie, refiriéndome a Dios.
Todo estaba centrado en mí mismo. Mi cuerpo, mi moto, mi salud.
Vivía un individualismo atroz, desprovisto de valores morales y sociales,
alejado de cualquier idea que implicara pensar en los demás.
Pasaba el día pensando en mí, cuidando la imagen, la apariencia.
Horas atendiendo mi pelo, mi ropa, mis discos…
Por lo general hacía lo que se me antojaba.
Era una persona sin complejos. Nunca me quedaba callado.
Decía de frente lo que pensaba o sentía.
No tenía ideales personales ni objetivos transcendentes de ninguna índole:
nada me ilusionaba. Vivía, pero sin saber para qué vivía.
Cuando tomé conciencia, había cruzado el centro de la ciudad.
Antes de que oscureciera ya estaba tocando bocina en la vereda de casa,
esperando ansioso que alguien saliera para abrirme el portón.
¿Cuántas veces andamos por la vida con ese aire placentero
que tienen los ganadores, sin darnos cuenta de que no le ganamos a nadie? ¿Cómo es posible que, porque estamos arriba de una moto o de un auto,
nos creamos los dueños del Universo?
¿Por qué será que desde la abundancia material nos gusta aparentar
una seguridad que no tenemos? ¿Por qué lo hacemos? Ahí no culmina la cosa.
Muchas veces no nos damos cuenta de que en ese tener todo;
tanto tu vida como mi vida tiene de todo… menos sentido.
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