Una lágrima en una rosa
Dios, he visto,
en una rosa una lágrima,
de alguien que no supo vivir
y a ti no clama.
Era la tierna madrugada de ayer,
cuando él, toco la rosa y lloró;
en su vida no tuvo la miel,
de la dicha, y el tiempo lo alcanzó.
Llegando a ser como río sin caudal,
con grietas en su frente y manos,
el peso de infructuosos años,
de vivir, simplemente por respirar.
Con corazón muy adormecido
a tu voz, al amor y al suspiro,
burlando al poeta y al enamorado,
al religioso y al pobre lastimado.
Una pequeña lagrima de un profundo mar,
que... ¿Lo hará cambiar?
Si a ti clama, se que en su pecho habrá,
la dicha de amar.
Javier R. Cinacchi
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