Por la Nutricionista Florencia Pozzo
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Desayuno significa romper el ayuno nocturno. Cumple la función fundamental de proporcionar la energía que necesitamos para accionar en la primera parte del día. Durante la noche el organismo consume gran parte de las sustancias energéticas y el nivel de azúcar en sangre (glucemia) es bajo, por lo cual es importante reponer los hidratos de carbono vitales para el funcionamiento de los músculos y el cerebro.
Se ha comprobado que las personas que no desayunan -o lo hacen con el célebre "café o mate solo"-, manifiestan fatiga, irritabilidad, cansancio, falta de concentración, ansias de dulces, o expresan "no sentirse bien de salud".
Por lo tanto habituarse a un mejor desayuno garantiza mayor rendimiento físico e intelectual y más energía para comenzar bien el día.
¿Qué debe contener un "buen desayuno"?
Debería contener básicamente:
Veamos cada uno de estos elementos:
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Frutas: de todo tipo, ralladas, cortadas en trozos, licuadas; pueden rociarse con jugo de limón para evitar su oxidación y mejorar la absorción de sales minerales. Si hay intolerancia a las frutas crudas puede recurrirse a frutas bien maduras o rallarlas un rato antes pues en contacto con el aire liberan enzimas que comienzan con su proceso digestivo. Si no, contemplar la posibilidad de comer alguna compota o frutas al horno.
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Cereales integrales: aportan azúcares de absorción lenta, vitaminas del grupo B, minerales, proteínas, fibras (muy importantes para evitar la constipación) y pocos lípidos. Los cereales más comunes son: avena, arroz integral, cebada, mijo, trigo (por su gran riqueza en gluten puede ocasionar problemas intestinales en personas sensibles o con enfermedad celíaca). Pueden consumirse recién molidos o cocidos; la avena arrollada no necesita cocción.
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Ácidos grasos esenciales: también llamados Vitamina F, son fundamentales para la nutrición celular. Podemos obtenerlos en semillas o frutos secos ricos en poliinsaturados como ser: lino, girasol, sésamo, almendras, nueces, avellanas. No suben el colesterol y se dividen en ácido linoleico y linolénico, ambos presentes en las semillas crudas o en los aceites de 1ra presión en frío.
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Miel de abejas o azúcar integral no refinado; evitar el azúcar blanco (refinado) que altera el metabolismo de los minerales y produce una sobrecarga pancreática.
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También se puede adicionar levadura de cerveza Virgen (en polvo)
Las "granolas"
Las llamadas "granolas" suelen ser una mezcla de varios de los elementos antes citados. Se pueden hacer caseras, a bajo costo. Vamos a dar una fórmula posible, que admite diversas variantes:
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1 taza de avena arrollada (si se usan más tazas seguir la proporción)
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1 cucharita de té de semillas oleaginosas (lino, girasol, sésamo)
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4- 5 piezas de almendras y/o nueces
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1 cucharada de uvas pasas
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1 cucharita de té de levadura de cerveza
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miel o azúcar integral de caña
Se tuesta ligeramente la avena arrollada en una asadera (sin aceite), a horno moderado, durante unos 5´; se retira y se le agregan las oleaginosas y semillas. Volver al horno por 2´y retirar: recién allí agregar las pasas, la levadura y mezclar con la miel o azúcar integral. Se le puede agregar coco rallado y canela. Guardar en un frasco de vidrio y usar todas las mañanas mezclado con frutas, compotas, jugos, yoghurt descremado o leche de soja.
A este desayuno se le puede agregar una cucharita de té de polen de abejas (rico en minerales, vitaminas y aminoácidos) y acompañar con alguna infusión de su hierba preferida (manzanilla, tilo, menta, poleo, cedrón o mezclas de ellas) o con café de malta. De esta manera encararán el día con mayor energía, a no dudarlo
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