Dr. Víctor Marrone
Que la música influye en el ser humano nadie lo pone en duda. Como vibración que es, genera modificaciones sobre el organismo, ya sea excitando y movilizando o aplacando y relajando. Innumerables estudios demuestran que cuando una persona está escuchando diversos tipos de música se observan variaciones en el electroencefalograma, el pulso, la actividad muscular, la respiración y otras variables fisiológicas y, además, se ha comprobado que ésos mismos cambios se repiten cuando se escucha el mismo fragmento musical.
El ser humano, constituido por vibraciones de las más variadas frecuencias, es un singular instrumento musical que vibra con el universo. Cada átomo, cada molécula, cada célula, cada tejido, cada órgano, tiene su propia vibración y, de la armonía que exista entre ellos y su entorno, surgirá la manifestación de la salud o la enfermedad.
La utilización de los sonidos y la música con una finalidad curativa por parte de la humanidad se pierde en el fondo de la historia. En el antiguo Egipto la palabra música se representaba con el mismo jeroglífico que significaba “alegría y bienestar”. En Grecia, especialmente Pitágoras, consideraba que las formas físicas eran manifestaciones de las vibraciones emitidas por la música. También en los vedas y en textos chinos milenarios se tenían en cuenta los efectos sanadores de palabras, cánticos y percusión de distintos instrumentos. En la cultura celta los druídas utilizaban instrumentos musicales y palabras curativas para restaurar la salud de los enfermos. Es oportuno recordar que OM, “el sonido primordial del universo”, se emite para obtener la unión con la Divinidad y lograr así paz mental y salud física.
En los tiempos que corren nos desbordan los factores externos e internos causantes de desarmonía personal. El estrés, la ansiedad, el pánico, la depresión, las relaciones interpersonales difíciles, etc., alteran nuestras vibraciones emocionales generando en el cuerpo físico enfermedades de la más variada expresión.
Sin embargo, la música puede convertirse en un aliado poderoso para conservar y promover nuestra salud. Tenemos a nuestro alcance la más amplia gama de oportunidades para autotratarnos con ella. Solamente debemos proporcionarnos un tiempo para dedicarlo a escuchar la que más nos agrada, la que nos serena, nos relaja, nos alegra, nos emociona, nos eleva.
No importa si es Bach, Mozart, Bheetoven, Piazzolla, Troilo, Los Beatles, Los Chalchaleros o Peteco Carabajal. Cualquiera sea nuestra elección servirá para comprobar los alcances que posee la vibración musical como elemento terapéutico. Solo debemos tener en cuenta sus múltiples propiedades y saber elegirla según nuestros diversos momentos, estados y afecciones, dejando de lado actitudes prejuiciosas en cuanto a si es música clásica o popular, ya que cualquiera sea el estilo musical, desde los mas elevados hasta los conceptualizados como vulgares, contienen un mensaje cuyo significado seguramente conmoverá a quien escucha .
Importantes instituciones médicas del mundo propician hoy en día la utilización de la música en la prevención y curación, junto con técnicas holísticas milenarias de reconocida eficacia que integran grandes cuerpos de conocimiento, tales como la Medicina Tradicional China, cromoterapia, gemoterapia, meditación, yoga, visualización creativa, entre otras. Así, en forma integrativa con las terapias convencionales, se pueden tratar pacientes con dolores crónicos, psiquiátricos, oncológicos, hipertensos, niños con problemas de hiperactividad y disatención y muchas otras afecciones.
Es interesante saber que la música barroca, que tiene en promedio sesenta compases por minuto (igual que nuestro ritmo cardíaco ! ), es muy efectiva para estimular el lóbulo cerebral derecho y promover el desarrollo de la intuición. Igualmente conocido es el famoso “Efecto Mozart”, que permite a quienes escuchan la música de éste genio expandir sus habilidades intelectivas, su salud mental y física y su creatividad, como también los beneficios que tiene sobre el feto humano en el vientre materno.
No podemos olvidar que la ciencia ha comprobado en numerosas oportunidades la notable acción de la música sobre nuestros hermanos las plantas y los animales. El viejo dicho “la música calma a las fieras” lo corrobora.
Desde los albores de la historia la música siempre ha estado presente en los hechos trascendentes de la humanidad porque constituye un puente entre lo terrenal y lo divino, conectándonos con la Creación de la cual formamos parte, sin duda alguna.
Tenemos a nuestro alcance una valiosa herramienta para mejorar nuestra salud y calidad de vida que podemos usar el cualquier momento e ininterrumpidamente, y al agradecer sus beneficios podemos decir como Khalil Gibran :”En tu seno he depositado mi alma. Porque me has enseñado a ver con mis oídos y a escuchar con mi corazón.”
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