A pleno sol
Abrir bien los ojos y ver el malentendido en tu mirada. Las manos tirando la tierra, arrancando raíces eternamente, separando profundidades.
Las yemas de los dedos separando la humedad debajo de las uñas. La piel estirando las arrugas del mañana, la calentura de la fuerza y la fatiga.
Ayer la brisa era un aullido de luz. La arena apenas polvo, el mar un millón de escamas y gritos. Figuras, colándose una a una, aterrizaban en la playa con el peso inflado de un mediodía en moción de arrastre.
Ana Pelayo
|