El dolor físico o un escozor de ojos pueden llevarnos a llorar. Pero las emociones intensas también. Y es el sentido evolutivo de esta última función lo que ha atraído el interés de un biólogo, quien ahora ha concluido un estudio en el que se muestra que las lágrimas son, además de un reflejo de estímulos físicos desagradables, un mecanismo basado en la evolución para estrechar lazos entre los humanos, gracias a que llorar posee potencialmente diversos beneficios emocionales y puede reforzar las relaciones interpersonales.
El nuevo análisis ha sido realizado por el profesor Oren Hasson de la Universidad de Tel Aviv. "Llorar es una conducta altamente evolucionada", afirma Hasson, quien recuerda que las lágrimas pueden demostrar más que las palabras .