Tras el murmullo de opacados tiempo, me encontraba sentada sin sustento; ahí… cual abanicos de colores, cubría mi rostro de los seres y los soles.
A la lejanía del tiempo sin sentidos, llovía sin razones de amargura; temblaba en soledad sin esperanza, de creer que amar me daría vida y bonanza.
Callaste tu amor y tal vez… sin espera, de hacerme sentir el sabor de tus besos tras la vera caminantes sin rumbo… errantes y sin triunfos, fuimos los dos sin saber que éramos uno.
Más, calló el silencio en dulce y tenue murmullo, al paso de los días se volvió grito de ambrosia; hoy te amo con el corazón en la mano y sin hipocresía, espero por ti… atrás de abanicos jubilosos.
Ven amor a este corazón que tu fuente llama, llorando el dolor de la intrincada distancia; no tardes y apacigua esta llama, que por ti se enciende llena de amor y esperanza.