Milenario
Me vuelvo esa persona demorosa, confusa, cuya prisa más la atrasa cuando sale; no sabe qué le pasa.
¿Las redes o tejidos? ¡Buena cosa! Los huertos y jardines, tanta rosa, fruta, alfalfar, viñedo, bestias, casa;
riegos, siembras, cosechas -labores a sus horas y en sus fechas-, libres actos rituales suyos, míos,
constante campesino milenario que se encarna en mis propios albedríos, ni hosco ni demasiado solitario,
algo sociable, alguna vez parlero; hombre que vive a gusto, sobresaltado por el solo susto
de perder, rey feliz, el reino entero, donde al fin otra fruta ágil madura: sangre propia enraíza en su escritura.
.....
Se enreda en los olvidos y en las llaves. Quizá no haya cerrado bien la puerta. Vuelve. ¿Dio de comer a perros y aves?
Les brinda presa y grano. ¿Listo? -¡Alerta! -llaman cuclillos de relojes viejos-. Ni caballos ni tren, coches o naves,
obran milagros hacia los festejos antípodas, llameantes de entusiasmo glorioso, que se apaga a estas alturas:
ni a los postres llegaras. Como en pasmo de amor contemplas siembras, frondas: juras que no saldrás debido a la tardanza,
sin confesarte nunca esas ternuras, ni el temor a perder frutas maduras: quizá la Muerte, súbita su lanza,
allá en la misma fiesta al fin te alcanza.
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