Viento de ayer
¿Es tu hija, verdad? la he conocido por la estrellas fugaz que hay en sus ojos, la cabeza inclinada y la madera, tan tuya, de mirar lleno de asombro.
¿Es tu hija, verdad? lo han presentido -¡desde tan hondo- unos vientos callados que dormían bajo las aguas quietas, en el pozo de los tiempos perdidos, donde guardo las hojas que cayeron de los sauces remotos.
Tiene luz en la frente -tu misma luz-. Y el gesto melancólico. Tiene el cuello tan frágil como tú lo tenías y en el pelo los mismos pájaros locos. Tiene un viento de ayer entre los dedos, y en el rostro... tu firma escrita con otra sangre que no conozco.
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