No intentes ser coherente todo el tiempo. Ser coherente es llevar siempre la corbata a juego con los calcetines. Es estar obligado a tener mañana las mismas opiniones que tenías hoy. Y el movimiento del mundo, ¿Dónde queda? Mientras no perjudiques a nadie, cambia de opinion de vez en cuando, contradícete sin avergonzarte por ello. Tienes ese derecho. No importa lo que piensen los demás porque, en cuanlquier caso, pensarán. Asi que relájate. Deja que el Universo se mueva en torno a ti, descubre las alegrias de sorprenderte a ti mismo.”
“Si tienes que llorar, llora como los niños. Fuiste niño un día, y una de las primeras cosas que aprendiste en la vida fue llorar, porque forma parte de la existencia. Jamás olvides que eres libre, y que mostrar emociones no es una vergüenza. Grita, solloza en alto, haz ruido si te da la gana, porque así lloran los niños, y ellos conocen la manera más rápida de sosegar sus corazones. ¿Te has fijado en cómo dejan de llorar los niños? Algo les distrae, algo llama su atención hacia una nueva aventura. Los niños dejan de llorar muy rápido. Eso mismo te pasará a ti, pero solo si lloras como un niño.”
“Somos seres preocupados por actuar, decidir, prevenir. Siempre estamos intentando planear alguna cosa, concluir otra, descubrir una tercera. No hay nada erróneo en ello; a fin de cuentas, asi es como construimos y cambiamos el mundo. Pero forma parte de la experiencia de la vida el acto de la adoración. Parar de vez en cuando, salir de uno mismo, permanecer en silencio ante el Universo. Arrodillarse en cuerpo y alma, sin pedir, sin pensar, incluso sin agradecer nada. Simplemente vivir el amor silencioso que nos envuelve. En esos momentos, algunas lágrimas inesperadas, que no son de alegria ni de tristeza, pueden brotar. No te sorprendas, es un don, esas lágrimas estan elevando tu alma.”
“Escribe. Ya sea una carta o un diario, o unas notas mientras hablas por teléfono, pero escribe. Escribir no acerca a Dios y al prójimo. Si quieres entender mejor tu papel en el mundo, escribe. Procura plasmar tu alma por escrito, aunque nadie lo lea; o, lo que es peor, aunque alguien acabe leyendo lo que no querías. El simple hecho de escribir nos ayuda a organizar el pensamiento y a ver con claridad lo que nos rodea. Un papel y un bolígrafo hacen milagros, curan dolores, consolidan sueños, llevan y traen la esperanza perdida. La palabra tiene poder.”
Fragmento del Libro Maktub |