LIMPIA TU MENTE Y TODO SE LIMPIARA
Le decían:
¿Cómo sabremos qué nos
enseña el atardecer,
y cómo nos enseña la mañana
y cómo nos trae conocimientos
cualquier circunstancia?
Y El así contestaba:
Cada cosa fuera de ti es un
espejo donde te miras.
Si la nube de la angustia llena
el horizonte de tu corazón,
verás una nube de angustia en cada corazón.
Si la calma viene a sentarse
en medio de tu pecho,
verás que cada uno también lleva
sentada la calma en su pecho.
Si tu cabeza es la guarida donde se
esconden pensamientos de odio, de
rencor o de envidia,
cuando camines por las calles y
las plazas de la vida sólo verás
pasar por ellas al Odio,
y sentado en las bancas al Rencor,
y en cada esquina a la Envidia.
Y dirás:
¡Desearía volar mas allá de esta ciudad
porque está contaminada y
quisiera salir de ésta casa,
para sentir el campo limpio y su Pureza!
Y yo te digo:
Limpia tu mente y todo se limpiará.
Limpia tu corazón y todo se limpiará.
Limpia tu cuerpo y todo estará limpio.
Ignorante es aquel que, viendo lo de
fuera sucio, no se da cuenta de
su suciedad y dice:
Me adentraré en mi corazón para limpiar
mi templo, porque su altar
está sucio y su luz atenuada.
Ignorantes son aquellos que pretenden
limpiar su templo en el templo
de los demás,
y todos los días y todas las noches de
su existencia piensan que el
mal está fuera de ellos
y no en su corazón.
Mira los centzontles y mira los
jilgueros y mira el cocoztli,
¿quién podría decirles:
tu canto no es armónico?
Mira los sauces, y los ocotes,
y los ahuehuetes
¿quién podría decirles:
tu crecimiento no es armónico?
¿Cómo entonces, podría
decirse esto del hombre?
¡Cuánto aprendería un
espíritu crítico si supiera
que se está criticando en voz alta
a sí mismo, cuando critica a
alguien!
Cada cosa tiene su lugar,
y cada uno tiene su camino.
Sólo aquel que no lo conoce
sigue los caminos de otros,
hasta que al fin, encuentra el suyo.
¡Bendito el día en que lo encuentra,
porque ese día ha nacido de
nuevo!
Sólo a partir de ese momento le
dirán algo los atardeceres, l
e dirán algo las mañanas,
y le hablarán las flores.
Empezará a caminar
con la Naturaleza,
y su lengua será como la de los
pajarillos, sus manos serán como
ríos,
y sus ojos serán la Vida que mira a la vida.
Del Libro: Así hablaba Quetzacóatl