Sintiendo la brisa ardiente del mar azul, vista fija en el infinito de la tristeza, invocando ese lejano suspiro de aliento apareciste tú acariciando mi cabello, meciendo mi cuerpo helado de penas, alisando uno a uno mis poros truncados, que alivio en mi corazón sensible de llantos iluminando este cielo tan gris de estrellas penetrando mi existencia ya perdida.
Eterna dicha del amado que no falta, mañana brillante en este paisaje de amor; al fin apareciste en mi vida sin esperanza, para sonreirle a mi corazón desilusionado y fundir tu sueño junto al mío en armonía, alianza de amalgama metálica y perfumada dándome razón en la nefasta negra sin razón y rozando la felicidad que ya parece eterna apareciste tú en el letargo de mis silencios . y aparecí yo en tu maravillosa realidad.