EL DESPERTAR
Y cuando despertó la mañana sobre Tula, Quetzacóatl miró los campos y
miró las flores y los cielos y a la gente, y elevando las manos les
decía:
¿Acaso hay algo más grande que el Despertar? ¿Acaso puede haber algo
mayor que el despertar del alba por el horizonte del hombre?
Muchas generaciones han tenido ya en el sueño y ha llegado la hora de
que Despierten a la Luz.
Y uno se acercó a preguntarle:
Maestro, ¿Qué quieres decir cuando hablas de que tenemos que
Despertar? ¿Acaso no estamos ya despiertos?
Y El, elevando las manos hasta el horizonte y señalándole dijo:
Mira las semillas que llenan los campos. ¿Acaso los frutos que ves no
son su Despertar?
Y bien saben que el sacrificio de su muerte lleva el nacer a un
estado mayor, porque si el grano de maíz no muriese como grano,
¿acaso nacería como milpa?
Y ahora dime:
¿No desean quedarse sin germinar aquéllos que hacen de la vida su
morada y se enquistan en ella?
Son como las semillas que, recogidas,
se pierden en un rincón del granero y nunca llegan a la tierra.
Debes saber pues, que para Despertar han de morir muchas cosas en tí.
¿Qué es el despertar de la noche, sino el día? Busca pues, ese día en
tí y no te contentes con quedarte entre las tinieblas y el aparente calor de la ignorancia.
DEL LIBRO: ASÍ HABLABA QUETZACOATL