La Virgen del Arbol.
Un cuento con historia Autor: Indalecio CARDEÑA VAZQUEZ
yucatan.com
Hace varios años, cuando en la región de Valladolid realizaba estudios de antropología en una comunidad cercana a Chikindzonot, en Ekpedz, un anciano, don Antonio Tuz, me relató una historia que a él le habían narrado a su vez sus abuelos.
Por sus características el relato indicaba una temporalidad muy antigua, de la época de la colonia, aparentemente. Don Antonio tenia una memoria privilegiada y recordaba datos, fechas, sucesos con una claridad asombrosa. La narración que él me hizo en esa oportunidad, hace unos 20 años, apareció publicada este año en una revista de filosofía de la Universidad de Colonia, Alemania, firmada por Jürgen Schaper, un antiguo amigo, historiador, que trabajó igualmente en esa región de nuestra entidad, y quien recientemente visitó de nuevo Yucatán, durante algunos días. Schaper me obsequió un ejemplar de esa revista, editada en español por el Departamento de Lenguas Extranjeras de su universidad, y platicamos acerca de cuando trabajamos en esa área.
Le comenté que don Antonio había fallecido hace cuatro años, cosa que lamentó mucho, así como el hecho de que no haya regresado a Yucatán en seis años, por continuar sus investigaciones en España, en el Archivo de Indias, en Sevilla, donde halló unos documentos del siglo XVIII, que registran, con algunas variaciones, el relato que don Antonio nos había hecho a él y a mí, en diferentes ocasiones.
El texto encontrado por Schaper contiene el testimonio del viaje que hizo, "por el antiguo camino a Bacalar" el cura párroco de Valladolid, Manuel de Cifuentes, quien "guardo esa piadosa historia, por parecerle hermosa en su ingenuidad, y que acrecentaba la fe en la dulce Madre de Dios". Aquel cuento de don Antonio Tuz, ese relato olvidado actualmente, perdido en los laberintos de la memoria colectiva e individual, pero cuyo valor cultural se encuentra enriquecido ahora con datos históricos, es lo que a continuación se transcribe, como un modesto homenaje a él y como un recordatorio también de la importancia que tiene los relatos, las historias que saben "los antiguos" en las comunidades de Yucatán, y de nuestro país en general:
"Vivió en Chikindzonot una familia rica que era muy buena con los demás en el pueblo. La gente los quería y respetaba. El señor y la señora iban todos los días a misa y ayudaban a los pobres. Un día apareció en el pueblo una señora muy pobre pero muy bonita, con un niño. Era de tarde y nadie sabía de dónde habían venido, porque esa vez no llegó ningún carruaje al pueblo. La señora con su hijo, de uno o dos años, fue a la iglesia y ahí estuvo hasta que iban a cerrar.
El padre no estaba ese día en el pueblo, por lo que el sacristán no sabía qué hacer. Esa familia muy buena supo lo que ocurría y el señor y la señora fueron a la iglesia. Cuando llegaron quedaron asustados por lo bonita que era la señora que había llegado al pueblo. Las ropas de su hijo eran muy pobres y casi no tenían color, los pañales del niño eran amarillos y blancos y el vestido de la señora, azul con morado.
Los señores del pueblo invitaron a la señora a ir a su casa, para que ella y su hijo comieran y durmieran allá, y para que no tuviesen frío en la noche, porque era diciembre. Ellos le preguntaron su nombre y dónde iba, pero sólo contestó que iba a Valladolid, porque allá vivía. Ellos le dieron ropa y telas nuevas para pañales del niño, y le dijeron que al otro día iban a ir a Valladolid y que la podían llevar. Ella les dio las gracias y todos se acostaron a dormir. Al otro día, muy temprano, cuando despertaron vieron que la señora y su hijo no estaban, los buscaron en todo el pueblo pero nadie los había visto, ni había oído llorar el niño. Las ropas y telas que les habían dado estaban en la casa, dobladas muy bien. Extrañados, los señores se prepararon para su viaje a Valladolid y se fueron. Como eran ricos, tenían su carruaje.
No habían avanzado mucho cuando el señor le dijo a su mujer: Mira en ese árbol. Se bajaron de su carruaje, y en un chakaj blanco, donde estaba cortada una rama del tronco, no muy alto del suelo, estaba una imagen de la Virgen con el Niño abrazado. Los señores reconocieron a la señora que había llegado al pueblo, y vieron que las ropas de ella y del niño eran las mismas con las que habían llegado al pueblo, pero ya estaban bonitas, las de la Virgen azul con morado y los pañales del Niño, amarillos y blancos. Los señores regresaron con la imagen al pueblo, y todos les hicieron muchas misas. La llevaron un tiempo a Valladolid, pero luego la devolvieron a Chikindzonot; después, cuando hubo la guerra y todos se fueron del pueblo, y el monte creció en las casas y tiró el techo de la iglesia, la imagen se perdió. Cuando regresaron luego de muchos años ya nadie se acordó de la Virgen del Arbol, que se apareció en visperas de Navidad".-
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