
TRATÉ DE AMARRAR EL VIENTO
Traté de amarrar el viento a una cadena y sólo me quedó la sombra de su cuerpo fletada en la urgencia de un adiós.
El hocico vaporoso del sueño se volvió humo, camino ciego barro inútil de lengua oblicua.
La lluvia ensilló la noche y galopó hasta el suelo untada con aromas de llanto y soledad fatal.
Y aprendí en la escuela del fuego que las llamas queman tanto como el agua seca si utilizan nombre de mujer.
Agosto 2006©Fernando Luis Pérez Poza Pontevedra. España.



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