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EL RECUERDO DE MI SUEÑO
 
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General: UN SUEÑO DE NAVIDAD.
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Resposta  Missatge 1 de 2 del tema 
De: FlorM  (Missatge original) Enviat: 11/12/2009 20:49

 

UN SUEÑO DE NAVIDAD.

La noche tenía un Cielo brillante.

Las estrellas habían salido en alegres

grupos para iluminarlo y advertir y

precisar ante los habitantes de la tierra

que era la víspera de la Navidad,

 por lo que nadie podía tener amarguras,

ni peleas, ni guerras. Se acercaba el

Nacimiento de Jesús, la mejor noticia

que el Mundo iba a recibir por los siglos de los siglos.


Era, en cierta forma, el mensaje de paz

que la Madre Naturaleza lanzaba,

en una estación invernal, a un mundo

convulsionado por las guerras, por los

espíritus belicosos, por los hombres que

habían olvidado que muy jóvenes,

 desde su nacimiento, habían creado

un núcleo denominado Familia,

que con el paso de los años se estaba

desintegrando, con lo cual los grandes valores

 morales y éticos, dolorosamente, se escabullían.


También ese Cielo tan preciosamente

iluminado quería despertar la conciencia

de tántos y tántos jóvenes -hombres y

mujeres- sumidos en la más tremenda

oscuridad porque una vez, pese a las

numerosas advertencias, ingresaron en

el mundo de las drogas. Y a muchísimos

les costaba salir luego de ellas. Y,

generalmente, pasaban a convertirse en

delincuentes porque su adicción

 les obligaba a matar o a robar.


El Cielo quería con esa luminosidad indicar el

camino para quienes son causantes

de las grandes epidemias que, como el Sida,

van extendiéndose por el mundo,

y señalarles que, con mínimas precauciones,

podían evitar su propagación y no seguir siendo

la causa de miles y miles de muertes.
Quería también el Cielo, rodeado de estrellas

que se mantenían firmes y no eran fugaces,

dar una luz de esperanza para millones de personas

víctimas del racismo y la xenofobia, por el color de su piel,

por su procedencia, por su condición ecónomica débil,

para que tuvieran un hálito de paz y pensaran que

un día no muy lejano serían bien recibidos y desaparecerían

todas las persecuciones, los malos y despectivos tratos,

las mofas y podrían trabajar y establecerse en países que

no eran los suyos para ayudar a crear

riquezas y poder subsistir decorosamente.


La víspera del Nacimiento del Niño Dios,

un Cielo tan resplandeciente,

pretendía indicar que todas las religiones eran

igualmente respetables y que en nombre de ninguna

de ellas se podía incitar al crimen, al terrorismo,

a la violencia porque, precisamente Dios,

creó al mundo para que la gente se entendiese mediante la palabra.


Desde miles de kilómetros de distancia,

el Cielo ofrecía a la vista un hermoso panorama,

como queriendo decir que iban a desaparecer las

desigualdades sociales; que los hombres y mujeres

de buena voluntad contarían con los recursos indispensables

para su supervivencia y que la pobreza y la miseria pasarían

a ser elementos de un lejano pasado.

Así se conseguiría que la felicidad fuera la norma general ,

que ya nadie pasaría hambre, que todos contarían

con una vivienda digna, con eficientes sistemas de salud

y de educación, sin prejuicios sociales ni discriminaciones.


En fin, ese conglomerado de estrellas no se había

asomado al Cielo para darle un simple colorido.

No. En cada uno de sus reflejos luminosos traía

un mensaje específico para que se acabaran las guerras;

para que la familia volviera a ser ese gran núcleo

compacto donde predominase el diálogo,

como símbolo de unidad; para que desapareciesen

las pandemias, causantes de tántas muertes;

para que no hubiese nunca más las drogas malignas

y se eliminaran para siempre las redes de narcotraficantes;

para que el blanco, el negro, el amarillo y todas las razas

convivieran pacíficamente ayudándose unas a otras;

para que todas las religiones se uniesen en un sólo

objetivo de ser auténticas guías espirituales y,

en su nombre, no volviesen a aparecer vientos bélicos;

para que en todo el mundo las divergencias,

las diferencias entre los seres humanos

encontraran la solución mediante el diálogo.


Todo esto lo soñé con una extrema felicidad,

con el orgullo de pertenecer a una raza humana

que había encontrado, sin vacilaciones, por fin,

el camino amplio de la confraternización; el Cielo parecía decirme:

"goza bien de esta noche, que a lo mejor nunca se repetirá.

Pero cuando despiertes trata de convertirte en

una adalid de las buenas y nobles causas.

Debes formar causa común con tu familia,

con tus amigos, para que todos, como una sóla persona,

procuren hacer el bien".


Pero, desafortunadamente todo era un sueño.

Tuve que despertar y encontrarme con la realidad,

con esa cruda realidad, que muchas veces,

con gesto dolorido, remueve las entrañas

ante tántos hechos dolorosos, tristes, injustos y

amargos que se viven a diario Durante la noche

la lluvia y la nieve se habían entremezclado y el

Cielo había estado permanentemente a oscuras.

Mi mente había ideado un mundo digno.

Un mundo construido para el ser humano.

Un mundo, sin embargo, destruido por el propio ser humano,

debido a su egoísmo, a no saber alejar de su corazón

las malas obras y la cizaña y por tener abierta

su mente y su pensamiento para el mal

cerrándole todas sus puertas al bien.

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Resposta  Missatge 2 de 2 del tema 
De: gladiolos Enviat: 11/12/2009 21:06


 
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