El Sueño
Por una espesa y honda avenida de árboles que unen en lo alto su copa y pesadumbre el sueño avanza. Abre sus grandes alas, sus poderosos brazos de lenta sombra y noche grande: cierra contra todo horizonte. En el centro del aire cabecea un navío, rodeado de enormes territorios de sueño. El sueño avanza: pone su silenciosa planta en el umbral de nuestra transitoria vigilia. Acaricia y golpea, llama con voz suave y entra como un río de seguro poder. El sueño halaga, porfía y nos rodea, hasta que al fin caemos en su seno girando como plumas, girando interminablemente. Ésta es la inerme paz, la sosegada mentira de la sombra. El sueño multiplica su rostro en un espejo sin fin: vértigo quieto, inmóvil torbellino. ¡Gritad! Pero no; el grito es también sueño. Ahora su dominio. Potestad de la noche
José Ángel Valente
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