Siguiendo con el tema de la gratitud… Hay personas que manifiestan una constante actitud de agradecimiento. Convierten los problemas y dificultades en ventajas y oportunidades. Conciben la vida como un constante aprendizaje. Han desarrollado una nueva conciencia de lo frágil y corta que es la vida, y por eso la viven con intensidad, con gratitud, la disfrutan y hacen que otros(as) también la disfruten.
Viven cada día como una gran oportunidad, convierten cada día en una nueva aventura, la más agradable y dichosa dentro de lo posible.
Estas personas expresan su agradecimiento a los(as) de su entorno por todo aquello que les van aportando. La gratitud nos ayuda a ser más felices y nos permite ayudar a los(as) demás a ser algo más felices.
Cada noche, cuando se van a dormir, suelen recordar a aquellas personas que han sido generosas con ellas y viceversa.
Una enfermera me contaba una vez, cuando su padre era ya muy mayor y estaba a punto de morir, decidió expresarle su agradecimiento por todo lo que le había aportado. Le escribió una carta expresando todo y solo aquello que aquel ser le había aportado (era el momento del agradecimiento y no del reproche). Un día le dijo que quería estar a solas con él, que tenía algo muy importante que decirle y que nunca jamás lo había hecho. Se sentaron cómodamente, abrió el sobre y le dijo que le había escrito una carta y que quería leérsela. Empezó a leérsela con su voz cargada de emoción, de afecto y de gratitud. Los ojos de su padre se iban humedeciendo y algunas lágrimas rociaron sus mejillas. Cuando termino su lectura, padre e hija se fundieron en el abrazo más profundo que nunca habían tenido. Su padre le susurro al oído:
“Este es el momento más feliz de mi vida, ya puedo morirme en paz, que Dios te bendiga, tú también te mereces tanto y más de lo que a mí me has aportado.”
José Antonio González