EL DIABLO SE FUE CON LA COLA ENTRE LAS PIERNAS
NUNCA MÁS HA VUELTO A LA HACIENDA DE MACHALÍ
Diario El Rancagüino (Rancagua, Chile) 19 julio 2005.
*La leyenda de pactos con Satán sigue siendo el mito predilecto de las zonas rurales.
Por Julio César Moreira
Fotos: Ricardo Olmedo
Dicen que se movilizaba a pie, a caballo, en coche o convertido en un perro —negro por supuesto— sembrando el pánico entre quienes, por allá por los años 30 fueron los inquilinos de ese fundo que se iniciaba en La Sanchina y llegaba hasta Coya.
Las versiones, si bien son contradictorias, la mayoría de ellas convienen en que Don Sata estuvo allí hasta que la imagen del Cristo de la Hacienda de Machalí llegó desde Francia, para expulsarlo de manera definitiva. Nunca más se supo de él, ni sentido su particular olor a azufre.
Rodrigo Aránguiz, cronista de Machalí, dice haber recogido muchos testimonios de la presencia de elementos sobrenaturales, como la del Diablo.
Promediando los años 20, según le contaron los ex trabajadores, la Hacienda de la Comunidad Sanfuentes, vio amenazada su bullente prosperidad. Su dueño, don Vicente, debe despedir peones, enajenar parte de los terrenos y vender animales. La crisis mundial está ad portas.
Nada es suficiente para mantener en pie, y productivo, el predio.
Alguien le aconseja contactarse con un misterioso prestamista que nadie da fe de su identidad y procedencia.
“Ese prestamista, en cierta forma era Satanás (¿y es que hay alguna diferencia?). Dicen que Don Vicente selló un pacto con el Diablo, a cambio de la prosperidad y de hacer producir la hacienda”. El trueque consistía en que “él tenía que entregar su alma”.

Hacienda Machalí
La familia, en tanto, reconoce que su pariente tuvo problemas económicos. Pero que estos fueron solucionados por Don César Sanfuentes, gerente del Chasse Bank de Francia, quien se vino de Europa con el único propósito de hacerse cargo de las tierras.
Los inquilinos, sostiene Aránguiz, efectivamente vieron que las cosas comenzaron a cambiar. Inmediatamente la leyenda o mito —tan propio de nuestros campos— adquirió mayor fuerza.
“Ellos cuentan que el patrón cambió de actitud, se puso más soberbio y se hacía acompañar de un perro. Esto materializa el pacto, y comienzan a ocurrir una serie de fenómenos. Satanás aparece prácticamente todos los días. En la noche, a través de un jinete o de una carroza, a visitar a Don Vicente”, narró.
“El Malo” no sólo merodea por el sector, sino que recorre las calles aledañas y la localidad de “Huáscar”.
Con el transcurso del tiempo, se enferma Don Vicente Sanfuentes, y las visitas del extraño personaje nocturno se hacen más periódicas. Supuestamente estas obedecen a que ha comenzado a cobrarse de la deuda.
Don Vicente “se arrepiente y busca cualquier forma de evitar que el prestamista (Don Sata) le cobre los intereses y la parte que le correspondía”.
El “jutre” —como dicen en el campo— fallece y cuando se están realizando sus exequias, se registra un hecho inexplicable, para quienes lo vivieron. “El cajón que se supone contenía los restos, estaba lleno de piedras”.
Con su deceso, acota Aránguiz, los “paseos” del Diablo no disminuyen, por lo que el miedo se apodera de los trabajadores.
Buscan una solución. “Las hijas de don Vicente colocan el Cristo para retomar la tranquilidad de los inquilinos y volver la confianza. Curiosamente, una vez que se pone el Cristo (aún existente allí) el Diablo ya no hace más presencia en el lugar”.
Desaparece con la cola entre las piernas.
Don Emilio Martínez ejerció de maestro en el Fundo, pero dice que nunca vio nada. Por lo demás él se sabe un hombre que jamás le ha tenido miedo a nadie. Menos a un ser tan despreciable como Don Sata.
También escuchó hablar que en ese lugar “penaban y que el patrón más antiguo tenía pacto con el Diablo. Yo trajinaba de noche y nunca vi re nada. La gente decía que veía el bulto. Don Vicente era un hombre alto, medio rubio y era una persona normal”. Vicente Sanfuentes era más bien de baja estatura. No más de un metro 60, dicen sus parientes.
CRISTO VINO DE FRANCIA
· Imagen llegó a Chile en los años 30 y hoy es motivo de veneración, por cuanto se le atribuyen muchos milagros, incluido el haber terminado con la leyenda del Diablo.
Por Julio César Moreira

Cristo de Francia
El “Monacha” estaba tomando mate, cuando por extrañas circunstancias —por “un aire”, acusa la creencia popular— quedó con la boca torcida y apuntando a su oído izquierdo. Los médicos que lo trataron le dijeron que no había solución para tan inexplicable fenómeno.
El “Monacha” no se dio por vencido. Un día se levantó y partió directamente hasta el mítico” Cristo de la Hacienda de Machalí”. Rezó ante su cruz de madera y le pidió que lo curara de “eso” que motivaba el sarcasmo y la mofa —muchas veces a sus espaldas— de quienes lo veían en la calle con la “boca chueca”.
“De un día para otro se despierta y se encuentra con que tenía la boca tal cual como nosotros”, nos cuenta con un entusiasmo exacerbado el “Loco del Cristo”, apodo con el cual la gente del sector conoce a Luis Ramírez Marmolejo.
El mismo siente que está vivo gracia a su fe en el icono traído en los años 30 desde Francia, por Ester Sanfuentes, e instalado allí en agradecimiento porque don Vicente Sanfuentes recuperó su hacienda.
Los médicos más prestigiosos de la Sexta Región no pudieron curar a Ramírez Marmolejo de las graves lesiones que sufrió al caer a un pique de 70 metros de altura, al interior de la mina El Teniente, el año 1995.
“El Cristo de la Hacienda” fue, según Ramírez, el que guió la mano de un galeno que lo intervino en Santiago, y que lo dejó en perfectas condiciones físicas. Las mismas que hoy le permiten, todos los días, invierno y verano, llueva o truene, y desde hace 10 años, cubrir a pie, con sus 5 perros por compañía, la distancia que separa Santa Teresita —lugar donde vive con su hija y su mujer— de la gruta, para ordenar la gran cantidad de velas y ramos de flores que dejan los penitentes.
Entre el jueves 16 y el jueves 23, más de mil personas habían visitado al Cristo que se ubica en un antiguo camino, junto a un canal de regadío, y a pocos metros de las antiguas casas patronales de la Hacienda de Machalí, cuyo dueño primitivo fue Don Vicente Sanfuentes.

Lugar de devoción
La fe en él se ha multiplicado, generando un fenómeno similar a lo que ha ocurrido con San Expedito en Reñaca, Quinta Región del país.
Las placas de agradecimiento aumentan cada día.
Y no sólo por curar males inexplicables. También por logros deportivos: cuando Colo Colo salió campeón de la Copa Libertadores, el año 1991, más de 100 albos de corazón llegaron “aquí a pagarle la manda a mi señor”, recuerda Ramírez, a la vez que agrega que a él le interesa que “mi señor sea colocolino, y no el Diablo”, en clara alusión a la leyenda que se ha generado en torno al porqué del Cristo en ese lugar rural (ver nota aparte).
No sólo cosas buenas han ocurrido a los pies de la imagen. Hace un tiempo, precisamente un lunes de semana santa, el joven Jaime Salinas Toledo escogió ese lugar para cortarse las venas y matarse de un tiro en la boca.
También hay quienes llegan allí para emborracharse y causar estropicios al Cristo. Un grupo de ellos “le prendió fuego a la palmera” que se ubica a un costado de la cruz. Aunque se quemó gran parte de ella, “un milagro”, dice su oficioso cuidador, ha hecho que ésta se recupere en tiempo récord.
Porque “con el Campeón”, como lo llama Ramírez, nadie puede. Y para muestra un botón: “El otro día unos cabros pasaron a insultar a mi señor y poco más allá se les reventaron los 2 neumáticos delanteros. Y no tenían repuestos”, dice molesto.
Alfonso Beltrán, un hombre de sus años, recuerda que el Cristo ha estado ahí desde que tiene conocimiento. “Toda la gente piadosa venía aquí, daba una vuelta, le rezaba y le prendía una velita. La gente decía que este Cristo estaba aquí para espantar al Diablo”.
Y claro que existía el Diablo, pero de manta, cuchillo y cabalgadura, porque en este lugar, según rememora, transitaban, en aquellos años, bandidos. “Por aquí había mucha gente mala. Pasaban con las tripas afuera. Había muchos ladrones de animales. Costó muchos pillarlos, porque tenían un trueque con los bandidos de Puente Alto y el Cajón del Maipo. Los de aquí pescaban un piño de ganado y se lo iban a dejar a los del Cajón del Maipo y los robos de allá los traían para acá a venderlos en la feria de Rancagua”.
El Cristo ha sido testigo de todo esto, admiten los lugareños, pero siempre ha estado ahí, vigilante y dispuesto a hacer el bien a quien se lo solicita.
Es el convencimiento de todos los machalinos. Incluido su alcalde, Juan Abud, cuya recuperación de su intervención al corazón tiene también que ver con El Cristo de la Hacienda.
De allí la preocupación de “El Loco del Cristo”, quien no pasa un día sin cumplir con el ritual de preocuparse de que todo está en orden.
En verano llega a las 4 de la mañana y en esta época a las 10. Se va pasado el mediodía, no sin antes
Tras un rezo en el cual se compromete a “seguirte cumpliendo con tu aseo diario”, El Loco levanta la mano para despedirse con un efusivo... ¡Chao Campeón!
Con sus perros de las variedades más increíbles, todos unidos por una cadena, Ramírez toma su camino de vuelta a Santa Teresa, dejando al Cristo y un grupo reducido de piadosos que ha llegado a rezar y traerle flores y velas.
REFERENCIAS:
Acevedo Hernández, Antonio. Leyendas Chilenas. Santiago, 1952.
Cárdenas Tabies, Antonio. Camarico Morada del Diablo. Leyendas de la Provincia de O’Higgins. (Editorial Brecha, Rancagua, 1970), pgs. 15-16.
Coluccio, Félix. Dios, el Diablo y Judas en el Folklore Americano. Revista de Educación. Año 3, Nº 1. La Plata, enero, 1958.
Espinosa, Januario. Un viaje con el Diablo. Santiago, 1930.
Gac Canales, Roberto. Pactos con el Diablo. (Centro Gráfico, Rancagua, 1984)
Plath, Oreste. Folclor Chileno. (Editorial Grijalbo. Santiago. 1994), pg. 79-85
Plath, Oreste. Geografía del Mito y la Leyenda Chilenos (Editorial Grijalbo. Santiago, 1994) pg. 129-130
Vicuña Cifuentes, Julio. Mitos y Supersticiones recogidos de la Tradición Oral Chilena. (Editorial Nascimento, Santiago, 1947), pgs. 65-70.
Liliana Núñez O.