
Habitantes de una calle común. Hay un alma que ruge y divaga por las calles hilando vientos para hacer una sábana y tenderla sobre los años hasta que se eleven.
Hay un alma que deshace los pasos minutos antes de partir y llevarse consigo el peso de las horas, la incertidumbre de lo venidero y el afán.
Dormirán por siempre las almas... Yo, entretanto aprendiz del tiempo intento ahorrar el sueño para gastarlo en el eterno y estripitoso sepulcro que he de habitar; sin recibir redproches. Yo, aprendiz del tiempo.
Claudia Patricia Arbeláe Henao

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