EL IDIOMA DE LOS PãJAROS
Uno de los poderes característicos del chamán, como ya hemos dicho, es la capacidad de comunicarse con los animales.
Carlos Castaneda tuvo una experiencia de este tipo con un coyote: "Jamás me había visto tan cerca de un coyote salvaje y lo único que se me ocurrió entonces fue hablarle... Entonces me pareció que el coyote me respondía. Tuve una absoluta certeza de que había dicho algo... transmitía un pensamiento y esa comunicación se producía a través de algo muy similar a una frase".
Cuando un animal nos habla en una visión o en un sueño es una señal inequívoca, según los jíbaros, de que es nuestro animal de poder.
El chamán debe aprender, ya sea de un maestro, ya de los propios espíritus animales, el idioma secreto de la Creación, la "lengua de los espíritus".
Los esquimales conocen ambas formas de aprendizaje.
Con frecuencia, la facultad de hablar este idioma se adquiere tras comer carne de serpiente o de algún otro animal de poder.
Este lenguaje secreto, muy complejo y elaborado, existe entre los lapones, los ostiacos, los chukchis, los yakutes, los tunguses y otros muchos pueblos.
Así, el chamán de los pigmeos semang, el hala, habla con los espíritus celestes, los chenoï, en su propia lengua. Esta lengua no es sino el "idioma de los animales".
Los indios pomo y los menomini imitan y aprenden los cantos de los pájaros.
No es de extrañar entonces que en las sesiones chamánicas de los yakutes o de los goldes, tremendos gritos de pájaros y animales diversos salgan de la tienda anunciando la llegada de los espíritus.
Esta capacidad de hablar le indica al asombrado testigo que está ante un animal de poder; otras señales son un comportamiento extraño o la visión del mismo en un medio que no es el suyo, como las serpientes que vuelan.
Como alter ego del chamán, el animal de poder le otorga la capacidad de transformarse.
En Escandinavia, los brujos lapones tienen fama de convertirse a voluntad en osos o renos.
Los esquimales tienden a adoptar figuras de lobos.
El águila-halcón es una de las metamorfosis preferidas de los arunta australianos. La transformación se experimenta de forma vívida y nada ambigua. Los chamanes sienten que sus brazos se convierten en alas de las que brotan plumas.
Famosos entre los yuki son los "doctores oso", quienes a menudo buscan su compañía, comen lo mismo que los plantígrados e incluso habitan con ellos.
A menudo la transformació n se lleva a cabo en el mundo del nagual.
Dos son las técnicas básicas para conseguirla: el uso de potentes alucinógenos por un lado y la danza por otro. Ambas técnicas están a disposición de quienes desean consultar a su animal de poder, aunque no sean chamanes.
No se pretende imitar al animal, sino identificarse con él. Tal es el origen de danzas tribales como las que exhiben los indios navajos o los salish. A menudo se emplean máscaras, pieles, plumas o partes del animal correspondiente.
Los chamanes tsimshian, por ejemplo, emplean máscaras de águila y se adosan a las manos garras de cobre.
Es frecuente que quienes sueñan con el mismo animal de poder se unan en cultos propios.
Entre los sioux, los más extraños son los de los "soñadores de gamos de cola negra". Existen asimismo cultos de "soñadores de alces", uno de cuyos poderes es el de seducir mujeres.
Los "soñadores de lobos" portan pieles de esta especie y son especialistas en arrancar flechas. Los de osos llevan zarpas que clavan en los enfermos para curarlos, pues una de sus mayores habilidades es la sanación.
Los "soñadores de caballos" eran "hijos de la tormenta" y obtenían el poder de ésta para el combate.
El animal de poder puede ser empleado por el chamán para consultarle cosas de importancia, conocer lo que ocurre en un lugar lejano o incluso adivinar el futuro.
Muchos investigadores han sido testigos atónitos de experiencias psíquicas tras éxtasis chamánicos en los cuales los participantes se transformaban en animales.
El famoso antropólogo Kensinger, que convivió con los indios cashinahua de Perú, lo confirma: "Varios informadores que nunca han estado ni han visto fotos de Pucalpa, la gran ciudad que hay al final de la Autopista central, junto al río Ucayali, han descrito sus visitas bajo la influencia de la ayahuasca (potente alucinógeno que los indígenas utilizan para acceder a la experiencia visionaria) con tal detalle que yo he podido reconocer determinadas visitas y tiendas.
Pero el animal de poder no sólo infunde fortaleza física y mental; también aporta alerta y autoconfianza.
Las técnicas que involucran a estos animales han resultado terapias capaces de restablecer el equilibrio de cuerpo y mente.