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General: EL CUENTO DE HOY: POR AMOR SEA
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: GRACIELALL  (Mensaje original) Enviado: 09/02/2010 22:32

EL CUENTO DE HOY: POR AMOR SEA

 

 

Por amor sea


En alguno de mis viajes he estado en lugares que jamás existieron, y sin embargo mas reales que este barrizal por el que muchas veces nos arrastramos; esta historia es una narración verídica de algo que jamas ocurrio, en un lugar inexistente durante un tiempo irreal.


Siempre llovía.
Continuamente llovía.
En aquel reino no conocían otra cosa que el caer continuo e interminable de la lluvia.
Era un reino pequeño, algunos dirían que insignificante entre los grandes y poderosos reinos que entonces se repartían la tierra.
Nadie prestaba atención a aquel valle, a orillas del gran mar del norte. No eran famosos por nada, no producían ningún producto de especial belleza o valor, no poseían minas de ningún mineral extraño y buscado por los poderosos de la tierra. La carne de sus animales no era mejor, ni sus vegetales especialmente sabrosos. No tenían nada especial. Solo la lluvia.
Una lluvia persistente y continua, inacabable. Durante generaciones nadie recordaba un solo día en que la lluvia hubiese cesado un solo momento. En invierno la lluvia se convertía en una cortina que lo envolvía todo. Las pesadas y húmedas nubes que llegaban desde el interior del gran mar del norte, se agolpaban sobre el reino al chocar con las altas montañas que lo rodeaban por completo separándolo del resto del mundo. Descargaban entonces como llenas de rabia, miles y millones de litros de lluvia incesante que corría como espantada a refugiarse en el mar.
En verano, la lluvia se convertía en fina y cálida. Parecía entonces que el agua no tenia prisa por llegar al suelo, y se diría que se demoraba en el camino a su destino final. Era la época en que los niños aprovechaban para bañarse en el mar, ahora mas tranquilo de lo habitual.
El reino no podía presumir de otra cosa que no fuese su interminable lluvia.
Su lluvia... ... y su princesa.
Sin lugar a dudas, Luzbel, la hija del rey era la mujer mas bella de todo el reino.
Y sin lugar a dudas era también la mas consentida y orgullosa de las mujeres; porque Luzbel no solo era bella, si no que aunaba a esta virtud el mas feo de los defectos: se sabia la mas bella y deslumbrante muchacha de todo el reino.
Cualquiera de los capitanes de guardia de su padre, cualquiera de los nobles del reino, cualquier hombre de palacio no dudaría un solo segundo en cortarse el brazo derecho y dejarse morir desangrado, sólo por la promesa de una sonrisa de la princesa. Luzbel lo sabia, lo había escuchado tantas veces que esa verdad le había oscurecido el corazón, y la había hecho insensible al amor. Luzbel era incapaz de amar a nadie que no fuese Luzbel.
Una tarde, lluviosa, pero cálida, Luzbel caminaba con su sequito por las orillas del gran mar del norte, y un pobre pescador que se afanaba en la pesca costera se fijo en ella. Era Dorthir; un joven muy apuesto y fuerte, noble y decidido, pero estirpe de una de las familias mas pobres del reino; todos sus antecesores se habían ganado la vida con la forma mas rudimentaria de pesca, y sin duda ese hubiese sido el destino de Dorthir si en su camino no se hubiese cruzado Luzbel.
Cuando el joven pescador la vio, dejó caer su aparejo al agua, y ni siquiera se inmutó cuando la corriente lo arrastro mar adentro, desde que Dorthir miro en el fondo de los ojos de la arrogante princesa, el resto del mundo desapareció por completo, y sólo existió Luzbel. Fue tan grande el amor que Dorthir sintió nacer en su interior, que esa misma noche se acercó a las puertas del gran castillo del rey, en el centro de la capital del reino, para pedir ser recibido en audiencia por la princesa, pues quería pedir su mano.
Resulta evidente que los guardias jamás dejarían que el pobre pescador traspasará las puertas del castillo; así que Dorthir se limitó a dejarse caer a un costado de la puerta, y entonar una bella canción de amor a la bella Luzbel.
No comía.
No bebía.
Solo cantaba una y otra vez el triste estribillo de su canción: “... si morir debiera, por besar tus labios; aún la muerte me encontrará, pegado a tu boca; y mientras al Hades me arrastrara, una y otra vez mi canción sería sea, por amor sea...”
Pronto llegó la triste condición del muchacho a oídas del Rey, y este sintió enternecer su corazón ante una muestra de amor tan puro y sincero, por lo que pidió a la joven princesa que recibiera, siquiera una vez, al pobre pescador, e intentara persuadirlo de que volviese a su labor y no se dejase morir a las puertas del castillo.
Un oscuro pensamiento sacudió el alma de la princesa Luzbel al conocer el estribillo que Dorthir cantaba una y otra vez; así que fingiendo compasión acepto recibir al pescador en sus aposentos. Cuando vio a Dorthir, la joven princesa no pudo menos que admirar su porte, que mas se diría de un príncipe que de un pescador; así que incluso se mostró dispuesta a escuchar su canción. Cuanto mas escuchaba mas interesada se mostraba, y mas se entenebrecían sus intenciones.
Cuando Dorthir cesó de cantar, la princesa se mostró falsamente conmovida, y a punto de llorar. Tu canción me ha hecho sentir algo que jamás había imaginado, deseo escucharte el resto de mi vida... ... pero, hay¡¡¡... Y aprovecho para dejar escapar una sola lagrima que rodó por su rostro hasta precipitarse en tierra. Hay¡¡¡¡ el destino es cruel, pescador; la hija del rey no puede casarse con alguien de tan bajo linaje como tu... Dorthir pensó entonces morir. ... a no ser ....
Dorthir se precipitó hacia el trono: ¿A no ser que?¡¡¡
...que de alguna manera demostrases tener un valor muy por encima de tu linaje...
¿Cómo?
Si cumplieses tres deseos por los que mi corazón languidece, sin duda el rey consideraría tu deseo... ... que es ahora el mío...
Decidme que es lo que deseáis, y tan cierto como la lluvia cae desde lo alto, que os lo pondré a los pies.
Verás, muchas veces, en las largas noches de invierno, me siento agobiada por el mas cruel de los fríos; el peso de las mantas reales es gravoso para mi; pero he oído, que mas allá de la oscuridad del norte, al otro lado del mar frió, cruzando las estepas donde el agua se convierte en cristal por el helado aliento de la estrella sin sueño; vive una animal cuyo suave pelaje es ligero como la brisa, y cálido como el brazo de una madre... ...desearía tanto una manta de ese pelo... ... aunque quizás sea imposible, pues nadie ha regresado jamás de las estepas de cristal...
Dorthir no la dejó terminar, sólo miro el suelo pensativo y dijo: sea, por amor sea.
Partiendo al momento.
Tardó seis meses en regresar, y nadie puede imaginar siquiera lo que pasó en ese tiempo, pues el jamás lo contó. Sus ojos se habían vuelto duros como el pedernal, y de un intenso azul que helaba el animo de los que lo miraban mucho tiempo; su cabello, antes rubio, se había vuelto blanco como la nieve; y sus pies antes ágiles y rápidos, eran ahora pesados bloques de hielo que jamás se derretía. Desde el día de su llegada, no dejó de temblar ni un solo momento, y cualquiera que pasaba a su lado sentía un súbito escalofrió y escuchaba el rugir de un lejano y oscuro viento.
Cuando entró ante Luzbel, no abrió su boca, solo depositó tiernamente sobre su regazo la mas ligera de las mantas, hecha con un pelo fino y blanco; tan blanco que casi hería la mirada.
Luzbel se sorprendió grandemente, pues le creía muerto, flotando para siempre en el mar del norte. Tiró a un lado el regalo recibido y se puso de pie.
Dicen que por la cueva sagrada de Chutr se entra a las entrañas de la tierra; y dicen también que en el corazón de esta habita un viejo dragón que se coló hasta el interior cuando apenas si era un fuego fatuo; dicen que allí engordó hasta no poder salir del interior de la tierra; y que el fuego que a ves escupe la boca de la cueva, no es si no la muestra de su ira. Dicen también que si alguien lograse robar una de las escamas de su coraza, y con ella hiciese un relicario en el que guardase un poco del fuego que el dragón escupe sin cesar, seria poseedor del corazón de la tierra; y jamás tendría temor en la noche, pues poseería el valor del dragón. Quizás sea solo un sueño, pero sin duda, no hay nada que desee mas en este momento.
De los labios de Dorthir solo salió un trozo de su canción. ...sea, por amor sea... y partió sin volver la mirada atrás.
Tardo un año en volver. Pero regresó, y pocos fueron capaces de reconocerlo, y tampoco nadie se atrevió a interponerse en su camino. Su piel se había vuelto oscura, como la noche mas profunda; y sus manos eran apenas dos masas carbonizadas, que le laceraban con un dolor continuo e inagotable, de su pecho colgaba un relicario de un verde esmeralda muy brillante; y aunque estaba cerrado, el calor que desprendía era suficiente para caldear todo el salón.
Al instante mismo en que entro por la puerta, todos sintieron que sus corazones se reanimaban, y que si alguna mancha de temor había en ellos, huía como un perro ante un palo.
Tampoco esta vez abrió su boca, solo miró de frente a Luzbel; y esta casi se cae al ver que en sus ojos, antes azules y fríos, ardía ahora el mas cálido de los fuegos, y con cada llamarada parecían gritar: te amo.
Sin embargo su orgullo pudo mas; apenas si acarició con la punta de los dedos el relicario y le dio la espalda para no tener que mirar aquellos ojos de fuego.
Siempre llueve, El cielo siempre está cubierto de espesas nubes que nos impiden ver que hay mas allá. Si de verdad me amas, concédeme mi último deseo. Cuentan que en las tierras donde la lluvia no es permanente, se puede ver lo que se oculta mas arriba; dicen que sobre el gris de las nubes hay un cielo que es de color azul como el mar en un día tranquilo. Dicen que la diferencia entre el día y la noche es un lucero. El Lucero de la mañana, que brilla por encima de estas nubes eternas. Dicen que su caricia es cálida, que todo adquiere un color diferente a su vista; dicen que el corazón se alegra, que la vida parece mejor y digna de ser vivida; dicen que es como ver sonreír a Dios. Nadie en el reino lo ha visto jamás. Si me muestras el lucero de la mañana. Si subes a los cielos, mas allá de la lluvia y me traes la luz y el calor de ese lucero. Entonces me casaré contigo.
Luzbel no se volvió para verlo partir, pero si escucho su voz profunda y quebrada cantar: Sea, por amor sea.
Lo que ahora sigue, nadie sabe si es verdad.
Cuentan los bardos que Dorthir escaló la mas alta de las montañas que rodeaban el reino, que subió mas allá de donde las nieves son perpetuas, y pudo pasar por encima de las nubes que cubrían siempre el reino.
Dicen las canciones que pudo ver el lucero del que había hablado Luzbel, y cuentan que estaba mas alla del alcance de cualquier hombre, que Dios había colgado su antorcha donde jamás la podría alcanzar Dorthir.
Dicen que pasó allí mucho tiempo, pensando como llegar mas alto de lo que estaba en su condición de hombre.
Dicen que el hambre, el frió y la soledad consumieron su cuerpo, pero no el fuego del amor que ardía en su corazón.
Dicen que antes de sentirse morir, entonó por ultima vez su canción de amor; y llegado al estribillo gritó con tal fuerza que su grito se oyó en toda la tierra. SEA, POR AMOR SEA.
Dicen que el corazón de Dorthir siguió ardiendo de amor por Luzbel aún después de muerto este; y que ya libre de su atadura corporal, el corazón del pescador se convirtió en una llama de fuego ardiente que iluminó todo el valle con su luz.
Dicen que el color de las cosas cambió, dicen que hasta la lluvia cesó, y todos sintieron el calor acariciando sus cuerpos, dicen que los corazones de los hombres son mas alegres desde aquel día, y que muchos creen que la luz que ilumina el valle es la misma sonrisa de Dios.
Luzbel jamás vio la luz del amor de Dorthir, pues nunca quiso abandonar la sala donde lo esperaba. Luzbel nunca sintió aquel suave calor sobre su piel. Luzbel nunca creería que Dios puede sonreír.
Tarde se dio cuenta de que jamás encontraría un amor como el Dorthir, que nadie la amaría tanto ni tan intensamente.
Dicen que jamás dejo de llorar hasta su muerte, ya vieja y consumida por la amargura.
Dicen que allí donde calló al suelo su última lagrima, aún brota una fuente.
Dicen que el alma de Luzbel llora todavía, y lo seguirá haciendo mientras el amor de Dorthir siga iluminando el reino.
Dicen que quien desaprovecha el amor de su vida, llorará aún cuando esta se haya acabado. Como Luzbel.

dicen que esto es solo un cuento, pero mira al horizonte un añochecer cualquiera, podrás ver si es o no realidad.

EliasThomson


 

 

MI REFLEXION
Dicen que quien desaprovecha el amor de su vida,
llorará aún cuando esta se haya acabado.
Pero dicen también, que el verdadero amor es inmediatamente reconocido porque es único, no se inventa ni se obliga ni siquiera por lástima o agradecimiento y que jamás se da de un solo lado, que se necesitan dos para que exista.Si solo se da de un lado lo que se está amando es un espejismo. Entonces lo importante es no dejarse llevar por lo que uno cree, hasta no convertir esa creencia en certeza, porque nunca sabremos si nuestro llanto es por el amor desaprovechado o por nosotros mismos cuando nos damos cuenta  que nacimos sin la capacidad de amar, porque no fuimos considerados para el reparto de esa maravilla.-

 

Graciela L.L.

  
  


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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: ANUSKILLA Enviado: 10/02/2010 12:40

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: UTOPIA Enviado: 15/02/2010 20:45
 
Gracias por compartir
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