Habito con un extraño dolor en el corazón,
En aquella morada desaparecida sin un rumor,
Sobre aquel camino perdido y olvidado,
Que ni siquiera es refugio de lagartos.
Llega la noche,los murciélagos caen con sus dardos;
El ave nocturna llega para silenciar
Los sonidos y la agitación del cielo:
Lo oigo comenzar lejos,muy lejos,
Balbuceando muchas veces su decir,
Antes de que él arribe,sin otra cosa que callar.
Es bajo la pequeña,débil,estrella estival,
Pero nada sé sobre la muda multitud
Que comparte las penumbras junto a mí,
Aquellas sombras bajo el árbol oscuro
Sin duda llevan nombres ocultos en el musgo.
Son gente incansable,pero lentos y tristes,
Aunque dos,los más cercanos,son hombre y mujer,
Ninguno entre ellos se atreve a cantar,
Y a pesar de estar rodeados de soledad,
Como dulces compañeros persisten en este lugar.