Mientras tú duermes.
Cuando tú duermes pones los pies muy juntos, alta la cara y ladeada, y cruzas y alzas las rodillas, no astutas todavía; la mano silenciosa en la mejilla izquierda y la mano derecha en el hombro que es puerta y oración no maldita.
Qué cuerpo tan querido, junto al dolor lascivo de su sueño, con su inocencia y su libertad, como recién llovido.
Ahora que estás durmiendo y la mañana de la almohada, el oleaje de las sábanas, me dan camino a la contemplación, no al suaño, pon, pon tus dedos en los labios, y el pulgar en la sien, como ahora. Y déjame que ande lo que estoy viendo y amo: tu manera de dormir, casi niña, y tu respiración tan limpia que es suspiro y llega casi al beso.
Te estoy acompañando. Despiértate. Es de día.
Claudio Rodríguez
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