Jesús nos instó a “orar siempre”. Él sabía de la importancia de un momento sagrado y de apartarse de las actividades del día para descansar en oración. Mi espacio sagrado puede ser una habitación específica en mi casa o jardín. Puede ser también una capilla o santuario que me guste visitar a menudo.
Puedo crear un espacio sagrado, ya sea un lugar físico o en mi conciencia. Lo importante es que tome tiempo para estar con Dios, descansar mi mente y cuerpo y renovar mi espíritu. En mi espacio sagrado, descanso, respiro profundamente y dejo ir las preocupaciones. Permito que la presencia de Dios me llene en mente, cuerpo y alma, y soy renovado.
Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. —Mateo 6:6
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