Soneto enamorado
Dulce como el arroyo soñoliento, mansa como la lluvia distraída, pura como la rosa florecida y próxima y lejana como el viento.
Esta mujer que siente lo que siente y está sangrando por mi propia herida tiene la forma justa de mi vida y la medida de mi pensamiento.
Cuando me quejo, es ella mi querella, y cuando callo, mi silencio es ella, y cuando canto, es ella mi canción.
Cuando confío, es ella la confianza, y cuando espero, es ella la esperanza, y cuando vivo, es ella el corazón.
Francisco Luis Bernarde
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