Profunda Reflexiòn
Llega un momento en tu vida en que finalmente te das cuenta... Cuando en el medio de todos tus miedos te detienes de repente en tu camino y en algún lado tu voz interior grita ¡¡¡BASTA!!!
Basta de pelear, de llorar y forcejear para mantenerte en ese lugar; entonces tu sollozo se apaga, te limpias las lágrimas y comienzas a mirar el mundo a través de nuevos ojos. Esto, es "tu despertar".
Te das cuenta que llegó el tiempo de dejar de esperar y esperanzarte por los cambios, la felicidad, la seguridad o la protección que van a venir a tu encuentro alguna vez.
Llegas a la conclusión que ella o él no es Princesa o Príncipe y, que tú no eres Cenicienta o Ceniciento; que en el mundo real no siempre hay finales justos y que cualquier garantía de "felicidad eterna" comienza únicamente por ti mismo... y durante este proceso, una sensación de serenidad nace de la aceptación.
Te despiertas a la realidad de que no eres perfecto(a), y los demás no siempre van a amar, apreciar o aprobar quien eres, y eso está bien.
Dejas de criticar y maldecir a otras personas por las cosas que te hicieron o dejaron de hacer, y aprendes que lo único con lo que cuentas es lo inesperado.
Aprendes que la gente no siempre dice lo que piensa o piensa lo que dice, y que no todos van a estar para ti, y que no siempre se trata de ti. Entonces aprendes a sostenerte por ti mismo y a cuidarte... y en el proceso nace la confianza.
Dejas de juzgar y apuntar con el dedo y comienzas a aceptar a la gente como es, con sus defectos y debilidades... y en el proceso, una sensación de paz y contento nace del perdón.
Te das cuenta que mucho de la manera en que te ves a ti mismo y al mundo que te rodea, es el resultado de todos los mensajes y opiniones que implantaron en tu mente.
Aprendes la diferencia entre desear y necesitar, y de a poco descartas doctrinas y principios que nunca deberías haber adoptado y en el proceso, aprendes a confiar en tu propio conocimiento.
Aprendes que es dando que recibimos. Que hay un poder y gloria en crear y contribuir y dejas de maniobrar atravesando la vida como un mero consumidor.
Aprendes que principios como honestidad e integridad no son ideales obsoletos de una era pasada, sino los cimientos que sostienen la fundación a partir de la que debes construir tu vida.
Aprendes que la única cruz a cargar es la que elegiste llevar y que los mártires son quemados en la hoguera.
Aprendes cómo amar, cuándo dar en el amor o cuándo alejarte y ya no proyectas tus necesidades en una relación.
Aprendes que sentir que tienes derechos está bien, como lo está querer y pedir por lo que quieres.
Llegas a la conclusión que mereces ser tratado con amor, cuidado, sensibilidad y respeto ... y no vas a aceptar menos que eso.
Aprendes que la fatiga disminuye el espíritu y puede crear duda y miedo, entonces tomas más tiempo para descansar. Así como la comida alimenta al cuerpo, reír alimenta tu alma, entonces tomas más tiempo para reír y jugar.
Más importante aún, aprendes que para alcanzar el éxito, necesitas dirección, disciplina, perseverancia. Que no se puede hacer todo solo y que está bien arriesgarse y pedir ayuda.
Aprendes que lo único que debes temer es al miedo en sí mismo. Atraviesas tus miedos porque sabes que puedes superar lo que suceda y porque rendirse al miedo es rendirse a tu derecho de vivir la vida en tus propios términos.
Aprendes que vivir no siempre es justo, que no siempre obtendrás lo que piensas que mereces y que a veces malas cosas suceden a buenas personas.
Aprendes que sentimientos negativos como rabia, envidia y resentimiento deben ser entendidos y redirigidos o sofocarán tu vida envenenando el universo que te rodea.
Aprendes a admitir tus equivocaciones y a construir puentes, no paredes.
Lentamente comienzas a tomar responsabilidad de ti mismo por ti mismo y te prometes nunca traicionarte y nunca, pero nunca valorarte por menos de lo que tu corazón desea.
Finalmente, con coraje en tu corazón y la fe de tu lado, te pones de pie, respiras profundamente y comienzas a diseñar la vida que quieres vivir de la mejor manera posible.