Parece en cada instante...
Parece en cada instante que la viera, desnuda como entonces. Infinita… Lejana en ese cielo donde habita con calma desolada y pasajera.
Parece abrir su piel la primavera como abre el sol la noche de la ermita. Parece indiferente, tan bonita… Tal vez el mismo Dios es quien la espera.
Parece aún serena, sonriente. Regresa en la humildad de los insectos con todo el arco iris en la frente.
Se esconde en la quietud de ángulos rectos, dejándose arrastrar por la corriente, llorando con la voz de los dialectos…
Jorge Salvador Tercero
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