Se hallaba un sacerdote sentado en su escritorio junto a la ventana, cuando oyó algo que le pareció una explosión. A continuación vió como la gente corría despavorida de una lado para otro y supo que había reventado una represa y que el río se había desbordado.
El sacerdote comprobó que el agua había alcanzado ya la calle en la que él vivía y pensó: -"aquí estaba yo preparando un sermón sobre la Providencia y se me ofrece la oportunidad de praticar lo que predico. No debo huir. Aqui me quedo y confío en que la providencia de Dios, me salve"
Aunque sea difícil quizás de entender, todos tenemos en nuestra vida, rastros del ayer.
Algunos conservan recuerdos y huellas que les han hecho crecer; otros por el contrario, se sienten vacíos, por todo aquello que han perdido y sufrido, porque el tiempo que pasó se los arrebató, dejando como eco el dolor, que cuenta en silencio lo que se vivió.
Así es el ayer, a veces una cadena que ata y tortura, o tal vez una ilusión que se fue y no regresó; hasta puede llegar a ser esa fuerza y luz que habita en nuestro interior y marca el ritmo de nuestro corazón.
Existe un pasado que en ocasiones parece dormido, pero cuando menos se esperaba, vuelve a remover, quitar o devolver lo que en el alma había escondido; llenándonos de miedo, robándonos lo que con tanto esfuerzo habíamos conseguido o por el contrario trayéndonos de nuevo aquello que alguna vez creímos haber perdido.
Cada instante que vivimos, sin darnos cuenta va quedando atrás y deja de ser hoy, para convertirse en parte de ese ayer que se va y que al parecer nunca volverá. De cada uno depende, hacer que la historia que en nuestra vida escribimos, no se convierta en espinas que torturen en silencio el corazón; es mejor luchar por forjar en cada capítulo que vivimos, un pasado que no nos atormente ni nos haga perder la razón.
No vivamos sintiendo que nuestra existencia se ha convertido en un arrastrar y sobrevivir a lo que en el ayer tuvimos que enfrentar; mucho menos, tener que experimentar angustia y ansiedad, sin saber o quizás sin recordar, de dónde nos viene y cómo la podremos arrancar para que no nos impida vivir tranquilos nuestro presente y construir un futuro en el que veamos nuestros sueños hechos realidad.
¿Cuál es el ayer que llevas contigo? ¿Cómo es el hoy que intentas vivir? ¿Qué sueños del mañana habitan en ti? Si deseas y luchas por lo que quieres, todo lo puedes realizar, así lo que pasó no te encadenará, el tiempo que vivas hará tu corazón vibrar y lo que está por venir te llenará de esperanza y de paz.
de la red