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Son los colores
De los países pobres,
Donde reinan las desdichas
Que no sepan estar sobrias…
Son las tintas
De una vida de miseria
Que evoca la negrura
De las chabolas austeras…
El rojo esta puesto
Para transmitirnos la cólera
De los pueblos desprovistos,
Victimas de tantas guerras…
El negro extiende su velo,
Sobre una humanidad desgraciada
De haber nacido con mala estrella,
Para volver pesado su cielo…
El rojo inunda con su resplandor
Los horizontes brumosos
De la gente herida en su corazón, con ese dolor
Hecho por individuos pocos escrupulosos…
El negro envuelve de tristeza
Los pobres inocentes del mundo
Que la gente occidental deja
A las ansias del tiempo…
El rojo es el color de la sangre derramada
Por las heridas, abiertas
Por la gente bien de salud, sí abiertas
Por sus miradas oscuras…
El negro es el color de la desolación
Para los países hambrientos.
¡No importa la razón,
Se han resignados…!
El rojo absorbe la vanidad
De las naciones ricas y opulentas,
Para derramar un poco de felicidad
Sobre los pueblos agonizantes.
¡El negro derriba a los niños enflaquecidos
Que nos miren con sus grandes ojos vacíos,
Rezándonos de tener una vez en nuestras vidas,
La apetencia para ayudarlos, olvidando nuestras necesidades codiciosas!.
¡El rojo fluye sobre nuestros lugares civilizados
Por culpa de nuestra indiferencia
Con respecto a los humanos olvidados,
Por demasiada negligencia!
¡El rojo y el negro acompañan siempre,
En todas partes de este mundo cruel y egoísta,
Los pobres desdichazos que nada no salve,
Ni siquiera para una vida más bella…!
Françoise Marie Bernard
Primer 
