Cierto fin de semana unos amigos limpiaban cada uno su automóvil.
Orgullosos de lo bien que habían quedado decidieron salir a pasear.
Sin embargo, al pasar los días uno de ellos notó que al contrario
del auto de su amigo, el auto suyo poco a poco iba ensuciándose. Y
que cada vez le daban menos ganas de volverlo a limpiar. Preguntó a
su amigo el motivo por el cual su auto no se ensuciaba.
A lo cual su amigo respondión: "¡Oh no!, claro que se ensucia. Lo
que pasa es que todos los días lo limpio".
En muchas ocasiones nos "arreglamos con Dios" y nos sentimos bien,
al grado de ir a la calle y ver la vida de forma diferente. Sin
embargo, al correr los días y encontrarnos con los problemas diarios
y nuestros propios errores, nos vamos "ensuciando" y poco a poco nos
alejamos de Dios, y nos dan pocas ganas de "limpiar" nuestra vida
pues decimos "Se volverá a ensuciar".
Pero lo importante no es solamente ponernos en paz con Dios un solo
día, sino cada noche, cada mañana y en todo momento. De esta forma
nuestra alma estará "al día" no acumularemos penas, dolores,
angustias y errores en nuestra vida.
Hoy tienes la oportunidad de limpiar tu vida delante de tu Creador,
y cada noche o cuando lo necesites, debe hablar con Él y dejarlo que
te limpie cada día. Pues cada mañana tiene sus propios desafíos,
alegrías y dificultades.
No dejes que el polvo se acumule en tu vida… mantén limpia tu alma
cada día. Y eso no significa que no se vaya a ensuciar… la
diferencia está en que la limpies ¡cada día!.
de la red