Pareciera que nadie cree y que todo transcurre con los nuevos tiempos, pero basta con hurgar un poco para que impere una visión distinta y para que recobre su vigencia el Chiloé de siempre, con su magia y sus temores situados en un mundo distante y distinto.
Nada ha cambiado para Juana Alvarado cuando cuenta que su esposo murió porque le hicieron «un mal» del cual nunca se recuperó. «Un conocido siempre nos tuvo envidia, porque todo nos resultaba bien», asevera, para revelar que ese éxito está vinculado fundamentalmente a las buenas siembras y a los animales con mayor facilidad de engorda.
«Todos los días un pájaro se paraba en una estaca frente a una ventana de nuestra casa hasta que mi marido se enfermó», cuenta la chilota y su convencimiento es tan sólido que lo sitúa en el escenario del pasado, incluso en el tiempo cuando el gobernador Martiniano Rodríguez determinó en 1880 el juicio a La Mayoría».
«No creo que los brujos se terminen porque lo que saben, dicen que se lo van enseñando a sus hijos antes de que mueran», añade segura que en algún lugar del cielo de las islas, las luces del macuñ se confunden con la luminosidad de las estrellas u otro objeto volante no identificado.
«Con los malignos siempre hay que cuidarse», afirma Bernardita Sánchez, quien cuenta que hace unos años cerca de la laguna Hueico fue testigo de un extraño suceso. «Estaba junto al camino cuando se apareció un vecino sin que se viera de qué lugar llegó», manifiesta, revelando que lo más extraño fue que «después de haber estado un rato, desapareció rápidamente».
«Los brujos existen y se convierten en animales», asevera la dueña de casa, contando que «una vez llegaba todos los días un ratón, se ponía debajo de la casa y hacía sonidos como un gallo; ¿qué va a ser eso si no es un malo?», preguntó. No descartó que de lo contrario podría tratarse de «un mandado».
La mujer del sector rural de la comuna de Castro dice que varios miembros de su familia han presenciado «cosas raras». Manchas azules en los brazos que atribuye a «mordedura» de brujos es, a su juicio, otra de las evidencias que dejarían los seres que son capaces de ocasionar daños, pero que podrían ser contrarrestados quemando martes y viernes, los días de misterios dolorosos en la Iglesia Católica, los cueros de cebolla.
CONVERSIÓN
Un conocido abogado castreño contó que uno de sus clientes le habría pedido ayuda porque había sido acusado de causar una golpiza a un vecino con el cual estaba enemistado.
«Me asombró cuando me dijo "yo no le pegué a nadie, lo que hice fue golpear a un chancho [cerdo]", y me explicó que existía la presunción que se trataba de un brujo».
«Antes se producía con bastante frecuencia que se presentaran demandas por acusaciones de acciones protagonizadas por supuestos hechiceros, pero desde hace bastante tiempo no he tenido conocimiento de algún caso», afirmó.
PUEDE SER UN PERRO NEGRO
«Yo no creo en brujos, pero sí he escuchado en el campo varios relatos», afirma el chofer castreño Mario Guentelicán. «Una vez escuché que en una casa entró un perro negro que no habían visto nunca y como tenían dudas lo pescaron y le cortaron una oreja», relata. Agregó que «dicen que a los pocos días un vecino se quejó de una herida, pero no supo dar explicación de qué le pasó».
«No creo que haya brujos, pero puede haber personas con fuerza mental», apunta la misma fuente sin reforzar la afirmación de muchos isleños sobre lo que aún es posible que alguien pueda ser víctima de un «llancazo» o un mal «que se tira a distancia», generalmente por venganza.
Tal vez buscando entre los dispersos habitantes que hacen sus vidas entre los rincones insulares, se esconda también celosamente algún challanco, el instrumento a través del cual se puede ver imágenes y tener antecedentes de determinadas personas. Se trata fundamentalmente del objetivo de los seres que en las noches chilotas vuelan junto a su«macuñ».