Análisis de un sueño arquetípico

Walter Embon

Este relato es acerca de un sueño revelador, que tenía por contenido un mensaje cifrado o críptico, entregado como un don espiritual y que luego de un trabajo de investigación y reflexión, encontré que era asombrosamente simbólico.
Mucha gente cree que los sueños son banales o inocuos, o que no merecen la menor atención. Pero no es así, son todo lo contrario. Existen sueños que no interpretados (quedan reprimidos resonando en el inconsciente) nos ocasionan trastornos de conducta o de personalidad. También aquellos que o incorrectamente interpretados por formulas supersticiosas, o mal analizados por el espejismo del ego, nos embarcan en empresas ilusas; acciones fútiles, o en aventuras temerarias, y que muchas veces nos hacen correr, perdiendo el precioso tiempo vital, tras quimeras irrealizables que se transforman en emboscadas mortales, en juegos laberínticos o en trampas virtuales para mentes desprevenidas, y lo que es peor, muchas veces nos llevan a situaciones límites o peligrosas o muy riesgosas por la necedad de la conciencia que no puede aceptar un consejo del inconsciente, o la propia ignorancia que nos lleva a vivir situaciones absurdas, sin solución ni salidas, o incluso a experimentar accidentes fatales.
Hay quienes desprevenidamente o con cierta ignorancia pretenden auto-descifrar un sueño, buscando su significado en diccionarios, de saberes populares o folclóricos, o mediante pasquines comerciales de interpretación de sueños, sin ninguna preparación de la simbología del inconsciente o conocimiento científico. Y que además, se ven envueltos en la tentación de interpretarlo desde la perspectiva del "pequeño ego inmaduro, que es un bribón "y que acomoda a su voluntad y conveniencia lo que desea escuchar o creer". Ese traductor inexperto, no es confiable, y no hay que tomarlo muy en serio, porque sobre todo es muy susceptible al canto de las sirenas, y como es egocéntrico e ingenuo, cae en la misma trampa una y otra vez, siendo arrastrado, muchas veces, inconscientemente al desastre. Su inmadurez nos hace recordar al joven adolescente sin ninguna experiencia de vida (o al mito de ICARO, que por querer elevarse mas allá de sus posibilidades, quema sus alas precarias y cae estrepitosamente a tierra, al punto de perder la vida) .
Luego de esta breve reflexión preliminar pasaré a relatar, el contenido del sueño que merece este modesto estudio.
Estando en Buenos Aires, mi esposa soñó una noche, que bajo la sombra del nogal de su casa natal en Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires, Argentina, al psiquiatra suizo, discípulo de Freud, el Dr. Jung estaba leyendo un libro, cuya ilustración de la tapa y el título alcanzaba a leerlo.
Mi esposa en ese entonces, estaba muy preocupada por mi futuro y por mi búsqueda incesante y obsesiva en la psicología analítica (la que desconocía y le desconfiaba), y al encontrarse con Jung en ese sueño (al que nunca lo había visto en ninguna fotografía), ella lo describe como un hombre de aproximadamente de setenta años, sentado en una mecedora de madera con respaldo de mimbre y bordes de madera, que llevaba puesto un sombrero, tipo gorra con visera, un pañuelo bordó con dibujos bulgaros en distintos colores ceñido al cuello, un traje gris abotonado, un reloj dorado en la mano izquierda, en la mano derecha tenía puesto en su dedo meñique un anillo de sello ovalado, con un centro negro, de oro blanco o platino (no pudiendo precisar si tenia impreso sus iniciales): y sostenía una pipa con tabaco encendido. Ella describe el encuentro, como si estuviera viviendo, en ese momento en su casa de Bahía Blanca; y atravesando el jardín en la parte posterior de la viviendo, en la que estaban plantados, un naranjo, un ciruelo, un damasco y un limonero en uno de los laterales, junto a seis rosas de los siguientes colores: rosa, rosa claro, rosa bordo casi negro aterciopelado, amarilla, blanca y amarilla casi anaranjado. En el frente podía observar a un nogal y una higuera, y mas atrás, en un espacio cerrado y sin techo destinado a la fragua de su abuelo se enredaba una vid. Pero lo que más le había llamado la atención, era ese hombre sentado bajo la sombra del nogal, a quien identificaba o tenía la convicción de que era Jung, (pues yo se lo había mencionada en varias oportunidades), y se le acercaba con cierto temor, para finalmente preguntarle, sobre lo que tenia que hacer yo y especialmente con referencia a uno de mis libros a unos libros que estaba escribiendo, referidos al arquetipo de la sombra. Lo que él (o el arquetipo del viejo sabio, representado en la figura de Jung, le contestaba): "El sabe lo que tiene que hacer". "El hombre conoce su propio destino ".
Una vez que ella me hubo narrado el sueño, trate de buscarle alguna explicación, y contradiciendo los principios teóricos del sueño, lo tomé como un mensaje personal o una profecía dirigida a mí.
Mi primera reflexión o análisis fue el siguiente: Es significativo que Jung, estuviera bajo la sombra del nogal pues es considerado por muchas tribus como una sombra maléfica, y que afecta especialmente el cerebro, asociando el fruto de la nuez con la forma del cerebro. El árbol tiene un simbolismo usado por muchas tradiciones esotéricas. Sus raíces representan el mundo terrenal, y su copa representa el mundo celestial. El tronco es el vínculo entre ambos mundos, el axis mundi del que hablan los ocultistas, y también el misterium magnum del esoterismo. Tenemos el árbol de Sephiroth de la Kábala, el Aswatta de los Budistas, el Haonna de Zoroastro, el Zampoun del Tíbet, el Yggdrasil de los Escandinavos, el Pherécydes de los Celtas, como objeto sagrado en muy diversas religiones y creencias. Por ejemplo el Árbol de la Vida es un análogo del Absoluto, el Universo y el Hombre. Sus raíces penetran en lo más profundo de la tierra y sus ramas más altas tocan la sumidad del cielo.
El hombre punto de contacto entre el cielo y tierra, es una imagen de su Creador: un Arbol en miniatura, completo pero no realizado; inferior a los ángeles, le es dada la opción de elevarse aún más alto trepando él mismo por las ramas y alcanzar así el fruto supremo.
Para la alquimia el árbol fue el símbolo de la unión de los opuestos y por ello no es sorprendente que lo inconsciente del hombre de nuestros días, que en su mundo ya no se sienten en su casa y que no puede fundar su existencia ni sobre el pasado que aparece como una imagen borrosa o retocada intencionalmente, ni sobre el futuro que todavía no existe, recurra nuevamente al símbolo del árbol cósmico que echa sus raíces en este mundo y crece hacia el polo celeste. En la historia de los símbolos el árbol aparece como el camino y el crecimiento hacia lo que no cambia y es eterno, hacia eso que es producto de la unificación de los opuestos y al mismo tiempo hace posible por su eterna preexistencia, esa unificación. Parecería que el hombre que busca en vano su existencia y hace de esa búsqueda una filosofía, solo por medio de la vivencia de la realidad simbólica reencuentra el camino de regreso hacia un mundo en el cual ya no es un extranjero y tiene las características del paraíso perdido.
Era indudable que ese sueño estaba relacionado con el "Arquetipo del Si Mismo".
Este arquetipo comprende en su simbología la Totalidad y la síntesis.
El sí mismo representa la totalidad de lo psíquico. Aparece como lo que une lo consciente con el inconsciente, el no-yo con el Yo, lo interno con lo externo. En este sentido, expresa la voluntad de unidad y síntesis del espíritu humano.
Juega un importante rol de articulador de la dinámica anímica. Media entre los diferentes partes antitéticos que componen el alma humana ocupando, de hecho, el lugar de instancia o sujeto sobre el que reposa la labor de regular la compensación de un modo adecuado para el cumplimiento final de los objetivos de la vida.
Jung dice que el sí mismo "puede caracterizarse como una compensación para el conflicto entre lo exterior y el interior. Esto no vendría mal, en tanto que el Si mismo tiene el carácter de algo que es un resultado, una meta lograda, algo que sólo ha llegado a término poco a poco y que ha llegado a ser experimentado tras largos esfuerzos. De esta manera el sí mismo es también la meta de la vida, pues es la expresión perfecta de la combinación del destino, a lo que llamamos individuo; y no solo de un único individuo, sino de todo un grupo en el que uno completa a los otros hasta una estructura total".

Carl Gustva Jung

La función del Si mismo es la de amalgamar, unir en una unidad coherente el todo de los complejos psíquicos, cualquiera que sea su nivel topológico o energético. Por otra parte, es el regulador del sistema de compensación y de oposición de los contrarios antitéticos.
Guía el proceso de individuación del sujeto integrando en un mismo sistema tanto los aspectos más rechazados como sus más luminosos.

El mandato inconsciente que imprime este arquetipo es el de "ser uno", es decir que "Solo es posible la realización en la totalidad de lo que eres"

El principal aspecto positivo del Si mismo es su capacidad para saber armonizar los distintos y diversos matices que componen el ser humano.
Claridad en las metas. Fraternidad. Capacidad de crear y generar soluciones.

El aspecto Negativo es la imposición y forzamiento. No esperar los tiempos adecuados del devenir de las cosas. Autoritarismo por exceso de entusiasmo. Falta de discriminación.
No saben estar solos. Se sienten- en ocasiones- el ombligo del mundo.
Pueden llegar, por su arrogancia, a desarrollar un carácter que genera mucha resistencia a su alrededor.

El conflicto central del complejo del sí mismo es: unidad-disociación.

La presencia del Si mismo es típica en las personalidades con vocaciones y aptitudes de mando. Muchas veces se encuentran dominadas por la impaciencia, la competencia y la sensación de que nada es suficiente. Suelen nutrir de vértigo y de problemas de columna. A veces son torpes en sus movimientos. Su deseo más profundo es unir y reunir. Temen la desorganización, lo desconocido y fracasar en sus proyectos. Pueden desalentarse fácilmente y agotarse por un exceso de responsabilidades. Personalidad de poca capacidad para delegar pero, sin embargo, muy emprendedora.
Algunos pacientes en quienes este complejo actúa muy intensamente en sus aspectos negativos pueden tener síntomas físicos de grandes dolores de cabezas usualmente clínicos. Suelen defenderse no admitiendo la contradicción.

Una de las formas más significativa del Si mismo es el arquetipo de la unidad. También son expresiones de esta instancia los arquetipos de los ciclos, el árbol de la vida, el espiral, el anciano, el círculo, el Gran hombre, las piedras, la mandalas (Un mandala es un símbolo que expresa como significación la representación de la totalidad del psiquismo, de la completud del espíritu humano. Es una proyección del inconsciente colectivo plasmada en figuras como la del círculo).

El árbol de la vida como imagen arquetípica del Si mismo.

El Si mismo es la función de lo que une. El árbol con sus raíces, tronco y copa adquirió el valor psicológico de lo que unifica en un todo el infierno, la tierra y el cielo. En términos psíquicos, la oscuridad de la sombra con la luz de la plenitud pasando por la tierra multicolor de la máscara, el ánimus, el ánima y el yo.

También la idea que el árbol es un "axis mundi", que esta en el centro del mundo, que es el ombligo del mundo, forma parte de este complejo interior proyectado como símbolo en diferentes civilizaciones.

La consecuencia que este arquetipo genera es la certeza de la necesidad de un punto de apoyo o referencia, un sitio fijo y estable donde el cosmos se sostiene y donde el universo interior encuentra la perfección y una roca miliar donde asirse.

Junto a esta idea existen, acerca del árbol como símbolo, otras constelaciones, tales como el árbol del conocimiento y el árbol de la vida. El Génesis relata que en el centro del Paraíso crecían estos árboles. El primero daba la sabiduría y el segundo la inmortalidad.

Mircea Eliade se refiere al árbol de la vida del siguiente modo:

"¿Por qué entonces la serpiente tentó a Adán, instándolo a probar el árbol de la ciencia, que no podía darle más que la sabiduría? Si la serpiente prefiguraba efectivamente el espíritu del mal, y en calidad de tal se oponía a la inmortalidad del hombre, tenia que impedir a éste acercarse al árbol de la vida. Esta interpretación se confirma en otras tradiciones. Pero la tentación de la serpiente pudo tener también otra explicación: la serpiente quería adquirir la inmortalidad para sí y necesita descubrir el árbol de la vida, perdido entre la multitud de árboles del paraíso, para poder ser la primera en probar sus frutos, por eso incita a Adán (Eva) a que conozca el bien y el mal; Adan, con su ciencia, le habría revelado donde estaba el árbol de la vida."

De esta manera el aspecto esencial con el que se relaciona, y al cual expresa este arquetipo, es el anhelo de inmortalidad del hombre, su integración imperecedera. La búsqueda de "plantas medicinales" señala la búsqueda en este complejo psíquico de la fuerza que cura, sana, las enfermedades, devuelve la juventud, resucita a los muertos, da la vida eterna.

Así la imagen del Arbol de la Vida como arquetipo habla del deseo del hombre de rejuvenecer y ser inmortal, de no degradarse y trascender. Cuando se constela negativamente se transforma en la apetencia de conseguir estos bienes a cualquier precio, como ejemplifica bellamente, el relato sobre el retrato de Doran Gray

Este arquetipo esa relacionado con las imágenes numinosas arquetípicas del Salvador- imagen de Dios y el de la unidad.

Situándonos ahora, en la imagen del nogal, encontramos una especificidad simbólica de ese árbol, ya que en las tradiciones de diversas regiones lo ubica al nogal (Juglans Regia L.) entre los árboles malditos junto a la higuera (Ficus Carica L.), cuyas sombras arrastran muy mala fama como se deduce de las expresiones "la sombra del nogal te hace mal" o "la sombra de la higuera hace mal a cualquiera", o la adelfa (Nerium oleander L.), en la que el refrán "eres más malo que el balandre" alude a su mal agüero.
El Nogal (Nozal) es peligroso, pues todo aquél que se duerma a su sombra enfermará. Además, al contrario que el Fresno o el Laurel, atrae a los rayos. Sus frutos, las Nueces, tienen forma de pequeños cerebros y afectan por ello a la mente.
También el Nogal esta ligado al don de la profecía en la mitología griega. Simbólicamente, el nogal se relaciona con la clarividencia y la ciencia. Esta asociado a Artemisa y, así como el álamo expresa dualidad, el nogal se vincula con la unicidad. En este punto contradictorio del simbolismo del árbol, por un lado la sombra que afecta y hace mal, y por el otro, que se lo vincula con la unicidad (individuación). Es decir, que esos dos aspectos proyectados, tanto la sombra, como la individuación, tienen un valor de verdad, al punto tal que sino se supera el pasaje de la sombra, uno enferma, pero por si el contrario uno la supera, es un paso importante y necesario para construir el proceso de individuación. El nogal en contraste con el libro que estaba leyendo Jung, "El hombre y sus símbolos", en cuya tapa estaba ilustrado el "Hombre del Vitrubio", osea el hombre universal simbolizado por la cuadratura del círculo donde se encuentra enmarcado como un mandala.

Es muy significativo que Carl G. Jung sostuviera en sus manos, en posición de lectura el libro, cuyo título ella alcanzaba a leer: "El hombre y sus símbolos" y que la ilustración de la tapa fuese el famoso dibujo de Leonardo Da Vinci "El hombre de Vitrubio".

En ese dibujo Da Vinci, plantea el hombre universal u hombre cósmico. En su Studio (Real Academia de Venecia), también conocido como El hombre de Vitrubio, Leonardo da Vinci realiza una visión del hombre como centro del Universo al quedar inscrito en un círculo y un cuadrado. El cuadrado es la base de lo clásico: el módulo del cuadrado se emplea en toda la arquitectura clásica, el uso del ángulo de 90º y la simetría son bases grecolatinas de la arquitectura. En él se realiza un estudio anatómico buscando la proporcionalidad del cuerpo humano, el canon clásico o ideal de belleza. Sigue los estudios del arquitecto Vitrubio (Marcus Vitruvius Pollio ) arquitecto romano del siglo I a.c. a quien Julio Cesar encarga la construcción de máquinas de guerra. En época de Augusto escribió los diez tomos de su obra De architectura, que trata de la construcción hidráulica, de cuadrantes solares, de mecánica y de sus aplicaciones en arquitectura civil e ingeniería militar. Vitrubio tuvo escasa influencia en su época pero no así en el renacimiento ya que fue el punto de partida de sus intentos y la justificación de sus teorías. Su obra fue publicada en Roma en 1486 realizándose numerosas ediciones como la de Fra Giocondo en 1511, Venecia o la de Cesare Cesarino en 1521, Milán, dedicada a Francisco I. Parece indudable que Leonardo se inspiró en el arquitecto romano.
El hombre de Vitrubio es un claro ejemplo del enfoque globalizador de Leonardo que se desarrolló muy rápidamente durante la segunda mitad de la década de 1480. Trataba de vincular la arquitectura y el cuerpo humano, un aspecto de su interpretación de la naturaleza y del lugar de la humanidad en el "plan global de las cosas". En este dibujo representa las proporciones que podían establecerse en el cuerpo humano (por ejemplo, la proporción áurea). Para Leonardo, el hombre era el modelo del universo y lo más importante era vincular lo que descubría en el interior del cuerpo humano con lo que observaba en la naturaleza.

En el famoso dibujo aparece un hombre con sus manos y pies extendidos, enmarcado en un círculo y un cuadrado. La cuadratura del círculo tiene un significado directamente relacionado con las leyes de la Naturaleza y como consecuencia de ello con el Hombre Integro, es decir cuerpo-piquis como una a unidad armónica.