Pero ¿quiénes son los dioses? Como a lo largo de todo este libro estaremos refiriéndonos constantemente a ellos, convendrá que digamos qué entendemos cuando decimos «los dioses», con minúscula.
Ya hace tiempo que, en otra parte, hice la siguiente distinción entre los seres racionales iguales o superiores al hombre: hombres, superhombres, dioses, DIOS.
Superhombres
Los fundadores de las grandes religiones suelen ser superhombres. El que en nuestros días quiera ver a un superhombre y convencerse de los increíbles poderes de que suelen estar dotados, que vaya en la India, a una pequeña ciudad llamada Puttaparthi, cerca de Bangalore y de Hyderabad (capital del Estado) y que trate de ver lo más de cerca posible a un tal Sathya Sai Baba. Digo lo más de cerca posible, porque no será raro que cuando llegue a Prasanthi Nilayam, el lugar templo en que él reside, se encuentre con varios miles —cuando no cientos de miles— de devotos suyos que le impedirán toda aproximación física al superhombre.
Zoroastro, Buda, Mahoma, Moisés, Confucio, Lao Tse, etc., pertenecieron a esta clase de seres.
Y antes de dejar el tema de los superhombres (sobre el que hemos de volver en repetidas ocasiones a lo largo de estas páginas), tendremos que dejar bien claro que estos seres humanos excepcionales, por muy grandes que sean sus poderes, no son sino instrumentos de los que los dioses se valen para lograr sus deseos en la sociedad humana y en general en nuestro planeta (que no es tan nuestro como nos habíamos imaginado). Unos deseos que, hoy por hoy, el cerebro humano no logra descifrar y que probable-mente permanecerán totalmente indescifrables para nosotros mientras nuestra inteligencia no dé un paso drástico en su evolución.
Tal como he dicho, los superhombres son fundamentalmente hombres, bien por su manera de aparecer en este mundo, bien por su constitución física, o bien por su muerte más o menos similar a la de los demás hombres. Sin embargo, es de notar que con frecuencia algunos de ellos, en su proceso de utilización por parte de los dioses, se han apartado considerablemente en algunos aspectos de su vida, de lo que es normal en los demás hombres. Tal podría ser el caso de Krishna, de Viracocha, de Quetzalcoatl y del mismo Jesucristo. Dan la impresión de haber participado en alguna manera, de la naturaleza de los dioses, como si fuesen una especie de híbrido de dios y hombre; o como si fuesen dioses especialmente preparados para desempeñar una misión en este planeta.
Dioses
Los dioses, en cambio, no son hombres. Algunos de ellos tienen el poder de manifestarse como tales —y de hecho lo han hecho en infinitas ocasiones— y hasta convivir íntimamente con nosotros cuando esto les conviene para sus enigmáticos propósitos; pero en cuanto cumplen su misión o en cuanto logran lo que desean, se vuelven a su plano existencia! en el que se desenvuelven de una manera mucho más natural y de acuerdo a sus cualidades psíquicas y electromagnéticas.
Pero los dioses no son hombres; y en una de las pocas cosas en que coinciden con nosotros es en el ser inteligentes, aunque sus conocimientos y su inteligencia superen en mucho a la nuestra. De su inteligencia hablaremos más en detalle posteriormente.
Salvador Frexeido - Defendamonos de los dioses