LA SOMBRA DEL ROBLE
Era una noche rara más oscura que las demás como si un misterioso manto la envolviera.
Un hombre con el alma cansada pasea con la mirada perdida, perdida en sus recientes y frustrados recuerdos. Un pasado le pesa y quiere olvidar a golpe de cigarro, al golpe de vivir sin pensar, con la muerte gris en los ojos.
Iba con las manos en los bolsillos, la cabeza baja, mirando la punta de sus zapatos y observando como arrastras los pies, pateando las hojas muertas. Saca la mano de un bolsillo y sube la solapa de su americana “empieza a hacer frío” pensó. Fue un golpe de viento que le ha dado en el cuello. Pero él ha sentido que el frío le había calado más adentro, enfriado todo su cuerpo y le ha hecho estremecerse.
Mira alrededor observando el cielo encapotado, el revolteo de las hojas muertas… levanta la vista y mira al infinito, no se ve nada, solo niebla y bruma. Comienzas a caer gotas de agua, que mojan su pelo sudoroso, sudor que ha provocado ese escalofrió.
La calle estaba solitaria ni una sombra le acompañaba, a veces piensa que ni el tiene sombra. Que esta le abandono hace tiempo. Instintivamente se gira hacia atrás y mira para ver si esa sombra le acompañaba no ve su sombra pero algo le hace estremecer. No sabe el motivo, quizá estuviese volviéndose loco. Ajusta más la solapa de su americana y abrocha el último botón de su camisa. No sabe si tiene miedo o frío.
Pero allí, entre la oscuridad, presentía algo. Había creído ver una sombra que se escondía detrás de un roble. Detiene su paso y vuelve a mirar, por primera ver siente su corazón, late más fuerte, lo nota vivo y la tensión bombea sus sienes. Saca las manos de los bolsillos se las mira y se da cuenta que tiemblan. Hasta por un segundo se asustó de su propio corazón que golpeaba muy fuerte.
La sombra del roble se convierte en una silueta delgada. Él, no sabe que hacer si acercarse o salir corriendo, sus pies se hallaban inmóviles, clavados en la tierra. Pero su instinto animal le obliga a acercarse tímidamente.
La silueta difusa tomo forma femenina, vuelve a sentir en el pecho los golpes de su corazón. Todo su ser tiembla sin saber el porque. Y el viento pega al cuerpo de la dama la seda de su túnica. El hombre sigue temblando. Se fija en su rostro femenino, una cara hermosa rayando la perfección de la belleza, pero pálida. Ella le tiende la mano, tan blanca, que parece inanimada. Él sigue mirando sus ojos dorados, le atraen como si fuera el mar cantando a muerte, los ojos de la dama brillaba como antorchas en la noche.
El hombre sigue inmóvil, el sudor ya corre por su rostro y cierra los ojos. Su mente le avisa que no vaya pero esa dama… la mano de la mujer roza la suya. El hombre vuelve a sentir frío. Dios que poder de seducción tenía esa mujer. El roce fue helado como la mano de ella. Algo más fuerte que el deseo le tentaba a abrazar ese cuerpo que levitaba. Pero su mente le seguía diciendo que no lo hiciera. Pero a pesar del terror que le atenazaba, por primera vez en mucho tiempo se sentía vivo. Toma su mano entre las suyas, sintiendo la sangre correr por sus venas y la abraza con la esperanza en sus labios, el cuerpo de ella se plegó a el por completo. El frío se iba transformando en algo dulce y calido, con el deseo de vivir de renacer a la vida.
El hombre abre los ojos y ella ha desaparecido ¿un sueño? se preguntó desesperado ¿o tal vez magia? ¿U otra burla cruel de la vida? ¿O era la esperanza quien la había acariciado? Por primera vez, desde hace mucho tiempo una sonrisa se dibuja en el rostro del hombre, se abraza a él mismo queriendo retener aquel instante. Gira sobre si mismo y se aleja del árbol.
Entonces entiende el mensaje de la dama, pues el remolino de hojas que arrastra el viento se eleva y dibuja por un momento en el aire su silueta, una gama de ocres y amarillos revolotea por el aire, los colores de los ojos de su adorada. Las hojas siguen cayendo y el comprende, toca sus mejillas enjutas y mira su ropa descuidada, no estaba solo, nunca lo estuvo. Siente algo áspero que es su barba de cinco días y observa sus manos y ve sus uñas negras. Comprende que ella siempre a estado a su lado apareciendo cuando él creía que todo había terminado. Murió en la vida mortal para vivir en su corazón
Tendrá todo el invierno para recuperase, sus mejillas se rellenaran, recortara su pelo y el invierno marchitara su pena. Y volverá la primavera con sus tímidos brotes. Pero jamás lo comprendió hasta esa noche, comprendió que algo tiene que morir, como murió para él la tristeza y la desesperanza, para volver a vivir. El aire trae el sonido de los tambores, es un ritual, unas lágrimas resbalaron por sus mejillas, el antiguo canto de los antiguos vidas/muerte/vida, apreciaba toda la fuerza de la vida, algo en él había muerto y se sentía vivo. Su mujer muerta le había dado el aliento de la vida.
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FUENTE:WEBMUJERACTUAL.COM