EL OJO DEL ESPIRITU
Y decía Quetzacóatl:
Sean humildes como los espinos
que nacen en los lugares más pobres y
desolados para no reflejarse
en los espejos del agua. Y que incluso
cuando caen las lluvias se visten
con un poco de verdor para
confundirse Con el terreno donde nacieron.
Porque la vanidad de una rosa tan
solo dura un soplo de vida, y no ha
despertado aún al nuevo día
cuando viene el viento y la deshoja.
Sin embargo muchos hay
entre ustedes que ven estas cosas día a día
pero quieren ser ciegos a ellas
y prefieren decir: -Voy a tomar hoy
lo que la vida me ofrece y ya mañana
cambiaré mi rumbo- y no saben
que la vida, poco a poco, los vuelve
más sordos a sí mismos y más
ciegos a la Luz. Y no saben que
cada día y cada noche se enturbian
más sus pasos.
No dejen que los lleven las apariencias
de las que se visten las
cosas para ser codiciadas.
Déjense llevar mejor por "El Ojo del
Espíritu", que nunca engaña
y les dirá siempre lo que es Real.
No se dejen llevar por las apariencias
que entran por sus oídos en
forma de palabras, porque muchas
son las lenguas que como espadas,
hieren y nacen para herir.
Escuchen su Voz Interior que siempre está
en ustedes y los conforta en los sudores
de la existencia, y les dice
cuál es el camino mas conveniente
y no el más agradable. Óiganla y
oirán a Nuestro Padre Dios Común
que mora en ustedes.
Y cuando vengan a ustedes con violencia,
porque su Paz y calma
interior sea una ofensa para algunos
hermanos suyos, recíbanlos con
alegría y díganles:
Hermanos, les perdonamos porque
aún no saben lo que hacen, ni saben
lo que hacemos. Llegarán días en que
también ustedes ofrezcan esos
cuerpos y den la vida por aquello
que ahora su ignorancia nos la
quita.
DEL LIBRO: ASÍ HABLABA QUETZACÓATL