La voz de su propia luz
Y así hablaba Quetzacóatl a sus
hermanos en una plaza de Tollan:
Ayer entré en la ciudad de los durmientes,
que está emplazada en el
Valle de la Vida, rodeada por
las Murallas de la Ilusión.
Cuando entré por sus puertas,
muchos me rodearon y decían:
Háblanos de tu mundo.
Aquél que se extiende más allá de nuestras
noches, donde hay una Luz
que lo ilumina todo desde adentro.
Nos han dicho que allí no existe
la oscuridad, ni tan siquiera en las
cuevas mas profundas,
y que puedes mirar hacia
adentro como aquí
miramos hacia afuera.
Y muchos eran los que seguían
saltando a mi lado. Después me dirigí a
una plaza y allí me senté rodeado
de todos. Y así les decía:
Hermanos de esta parte,
donde existe la noche.
Ustedes aún necesitan
de la noche para comprender al día,
y de la oscuridad para sentir la
Luz. Mas llegarán tiempos en
que sepan su valor y, entonces, vivirán
eternamente rodeados de Ella.
Aún necesitan del odio para
comprender el Amor
y de las luchas para
saber el valor de la Paz.
Y de los tropiezos para que,
día a día, se levanten.
Sepan que vengo a visitarlos
y muchas cosas les traigo de aquella
parte. Muchos de ustedes,
nada más de oírme,
me harán un espacio en
sus corazones y encenderán
una llama en sus almas, y otros
despertarán vientos que la apaguen.
Estos últimos al quererme
desterrar, se estarán desterrando
y al quererme herir, se estarán
hiriendo. Porque no soy sino la
voz de su propia Luz y no pretendo
sino llamarla a iluminar.
DEL LIBRO: ASÍ HABLABA QUETZACOATL