Madre: cuéntame un cuento de ésos que se relatan de un curioso enanito o de una audaz sirena; tantos que de los genios maravillosos tratan. Esas lindas historias que conoces. ¡Sé buena!
Dime de caballeros que a princesas rescatan del dominio de monstruos —dragón, buitre, ballena—; donde nadie se muere y los hombres no matan, historias en países que no saben de pena.
Cuéntame un cuento, madre, que me quiero dormir escuchando tu voz, asido de tu mano; como Hansel y Gretel, seré en sueños tu hermano, aunque en sombra andaremos tras de la misma senda y escribiremos juntos nuestra propia leyenda, y, tal vez, como chicos, dejarás de sufrir.
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