¡Ay...! Corazón cautivo de silencios;
que arrastras los pecados que has purgado
de calvarios de dolor. Crucificados.
¡Ay...! Sueños diluidos en neblinas.
Oscuridad resplandeciente. Detenida luz de otras luces.
Implacable amiga de seductoras leyendas desmañadas,
de lo que siendo ayer, no fue un mañana.
¡Ay...! De la mano que abrigó tibieza;
y en escarchas de sangre coagulada
se murió de silencios y distancias.