Por más sombrío que sea el panorama, sé que no dejarás de iluminar.
Lo sabés muy bien. Estos son tiempos especiales, en donde el desánimo
y las caídas serán una constante. Son momentos en donde las dudas se
adueñarán de la escena. Sé que no te dejarás vencer. No importa cuán
duro pegue el desaliento, no perderás la fe. Confío, plenamente, en
la fortaleza de tu espíritu. Estás ayudando a transformar la
realidad. Sos un oasis de esperanza. Tu luz aporta paz y claridad. No
te detengas, seguí alumbrando.
Te puedo ver a la distancia. Ese cálido resplandor, que atraviesa las
tinieblas de la negatividad, proviene del centro de tu bello corazón.
La llama, de tu fuego interno, tiene la particularidad de transmutar
lo denso en destellos de ánimo. Sos un multiplicador de vibraciones
positivas, es por eso que las sombras buscan opacar tu frecuencia
poniendo piedras en tu camino. Desconocen que sabés volar, y que
también podés usar los obstáculos como escalones para ir más alto.
Recuerdo que al asumir tu misión de vida decidiste, sabiamente, que
palabras como potenciar, sumar y florecimiento, formarían parte de tu
laboriosa tarea. No en vano me pediste que triplicáramos nuestras
raciones de aliento y optimismo, ya que, llegado el momento, sería lo
que más deberíamos sembrar.
Es un verdadero honor saber que somos compañeros de ruta. Gracias por
Ser y por estar. Seguí resonando con la misma intensidad de siempre,
para que otros se nutran de la confianza que emana de tu esencia y
trasciendan sus temores. Estamos generando campos de consciencia por
donde fluirá la gracia y el encanto de los planos cristalinos. No
habrá tormenta que silencie nuestra voz, pues nos impulsa el coraje
de reconocernos conectados a la Fuente, en donde todo es amor.
Algunos te llaman faro de luz, prefiero decirte hermano del alma.
Ojalá puedas sentir, a través de estas palabras, cuánto valoro tu
inagotable esfuerzo por ayudar a que más y más personas orienten sus
dones y talentos al servicio de un mundo más armónico y humano. Amo
tu osadía de reírtele, en la cara, a la adversidad y la desunión. No
te detengas, seguí alumbrando.
y las caídas serán una constante. Son momentos en donde las dudas se
adueñarán de la escena. Sé que no te dejarás vencer. No importa cuán
duro pegue el desaliento, no perderás la fe. Confío, plenamente, en
la fortaleza de tu espíritu. Estás ayudando a transformar la
realidad. Sos un oasis de esperanza. Tu luz aporta paz y claridad. No
te detengas, seguí alumbrando.
Te puedo ver a la distancia. Ese cálido resplandor, que atraviesa las
tinieblas de la negatividad, proviene del centro de tu bello corazón.
La llama, de tu fuego interno, tiene la particularidad de transmutar
lo denso en destellos de ánimo. Sos un multiplicador de vibraciones
positivas, es por eso que las sombras buscan opacar tu frecuencia
poniendo piedras en tu camino. Desconocen que sabés volar, y que
también podés usar los obstáculos como escalones para ir más alto.
Recuerdo que al asumir tu misión de vida decidiste, sabiamente, que
palabras como potenciar, sumar y florecimiento, formarían parte de tu
laboriosa tarea. No en vano me pediste que triplicáramos nuestras
raciones de aliento y optimismo, ya que, llegado el momento, sería lo
que más deberíamos sembrar.
Es un verdadero honor saber que somos compañeros de ruta. Gracias por
Ser y por estar. Seguí resonando con la misma intensidad de siempre,
para que otros se nutran de la confianza que emana de tu esencia y
trasciendan sus temores. Estamos generando campos de consciencia por
donde fluirá la gracia y el encanto de los planos cristalinos. No
habrá tormenta que silencie nuestra voz, pues nos impulsa el coraje
de reconocernos conectados a la Fuente, en donde todo es amor.
Algunos te llaman faro de luz, prefiero decirte hermano del alma.
Ojalá puedas sentir, a través de estas palabras, cuánto valoro tu
inagotable esfuerzo por ayudar a que más y más personas orienten sus
dones y talentos al servicio de un mundo más armónico y humano. Amo
tu osadía de reírtele, en la cara, a la adversidad y la desunión. No
te detengas, seguí alumbrando.
Julio Andrés Pagano