UNA NOCHE DE LUTO.
¡Tú me haces tanta falta, padre mío! Necesitan las flores de rocío, necesitan los barcos de timón; mi alma, señor, es una joven planta y un débil barco a quien la mar espanta es mi tímido y triste corazón.
Hoy camino entre espinas y dolores, mis paraísos de risueñas flores ¿qué se hicieron, señor, en dónde están? Esperanzas, ensueños, alegrías ¿qué son hoy para mí? Cenizas frías que entre la tumba de mi pecho van.
Padre, padre querido ¿qué te has hecho? Desde la noche que te vi en tu lecho no te he vuelto a encontrar ¿en dónde estás? ¿Por qué me abandonaste tan temprano? Tras un adiós y un apretón de mano nos separó a los dos la Eternidad.
Escucha tú también mi pobre acento, tú que me acompañaste en mi tormento, oye, señora, mi doliente voz; desde la triste fecha de aquel día he padecido tanto, amiga mía, que de sentir me duele el corazón.
¿Lo recuerdas...? ayer... allá en su lecho sostenido su cuerpo con mi pecho tú enjugabas el llanto de los dos; un instante después mi padre amado, me dijo, balbuceando: Hijo adorado cuida de mi familia... y expiró.
Autor: Epifanio Mejía - Poeta Colombiano.
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