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Era una compañía desolada, como luz que en las sombras se perdiera; y era una soledad tan verdadera, cual música del eco rescatada. Era el alma a la carne confinada en la palabra eterna y pasajera. Era verdad, a veces, y quimera y a veces, era llama enamorada. Era gozo gimiente y malherido, era fuego que hiela y que restalla, era presencia fiel, tenaz gemido. Y ahora que el dolor su ardor desmaya, por fin, vuelve tu beso del olvido, locura...amor, gritando su batalla.
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