Finalmente el Congreso de la Nación se expidió sobre este tema y el matrimonio, que hasta ahora significaba la unión legal de dos personas de sexo opuesto, comienza a ser una institución legal apta también para dos personas del mismo sexo.
Más allá del bien y del mal está la verdad de la razón y la realidad, que nos muestra que mientras los matrimonios heterosexuales disminuyen, aumentan las parejas de homosexuales que desean contraer matrimonio.
Cuando el matrimonio como institución se está desmoronando, un grupo social considerable que practica la homosexualidad lo rescata y le vuelve a otorgar su tradicional vigencia, y consigue lograr el mismo vínculo entre parejas homosexuales y ser reconocidos ante la ley, para poder gozar de los mismos derechos.
Desde mi punto de vista esta situación es una consecuencia lógica del cambio del rol de la mujer en la sociedad, a partir de la revolución industrial; cuando comienza a ser considerada como fuerza de trabajo atendiendo a las necesidades de personal en las líneas de montaje de las fábricas; y posteriormente durante la guerra, cuando están obligadas a reemplazar al hombre en sus puestos de trabajo.
Cuando la guerra termina, la mujer ya no desea volver a ocupar con exclusividad su antiguo rol dentro del hogar, habiendo tenido la oportunidad de adquirir la independencia del hombre, de sentirse valorada como persona y de ser capaz de asumir responsabilidades extra hogareñas sin quedar reducida a su papeles tradicionales de esposa y madre.
La mujer tuvo que luchar para conseguir ser considerada legalmente una persona con los mismos derechos del hombre; porque hasta no hace mucho tiempo, desde el punto de vista de la ley era como un niño, sin ninguna otra posibilidad de participar en la vida pública.
Los adelantos científicos en cuanto a los métodos anticonceptivos hicieron que la mujer lograra el control de la natalidad y la libertad sexual; y la concepción por métodos artificiales – in Vitro – le permite que hasta pueda prescindir del hombre para concebir.
Esta realidad deja al hombre en una posición diferente a la situación de privilegio que gozaba hasta no hace mucho tiempo, que lo obliga a competir con la mujer en igualdad de condiciones.
Actualmente las mujeres trabajan a la par y muchas veces hasta ganan más que los hombres.
Por otro lado, cada vez hay más hijos varones que se identifican con sus madres, obligadas a ejercer el doble rol de padre y madre, porque por distintos motivos, son hijos de padres ausentes.
La pérdida del rol pasivo de la mujer frente al hombre ha hecho que éste se sienta mejor con otro hombre, que con una mujer que es como un hombre, cuando conoce a alguien que se ha identificado con una mujer y está dispuesto a desempeñar ese papel.
Los hombres tienen los mismos intereses, son más fáciles de abordar, más directos, piensan racionalmente y sexualmente responden de la misma forma; en tanto que la psique de una mujer es más compleja, su discurso indirecto, reacciona emocionalmente y su sexualidad es complicada y difícil de entender para el hombre.
Tanto hombres como mujeres se sienten mejor con sus pares, y se satisfacen mejor sexualmente que con sus parejas, porque tienen muchas cosas en común y generalmente los mismos intereses.
Aunque la sexualidad tenga mucha prensa, la actividad sexual de un hombre dentro del matrimonio heterosexual está pasando por grandes problemas. Muchas mujeres jóvenes no logran atraer a sus maridos cuando se empeñan en competir con él e insisten en adoptar una actitud masculina, logrando anular las señales que el hombre necesita como estímulo natural para sentir deseos de hacer el amor con esas mujeres.
A lo largo de los años, los cambios en los roles fueron drásticos e inevitables, generados por sucesos históricos, revoluciones tecnológicas y por el abuso de los fuertes sobre los más débiles.
Estimo que en un futuro no demasiado lejano la unión de los sexos opuestos será cosa del pasado, porque la función hace al órgano y las funciones que no se ejercen se atrofian.
La naturaleza hará el resto; se encargará de producir el salto cuántico evolutivo correspondiente, transformando a los individuos humanos en hermafroditas, capaces de reproducirse a si mismos.