Según una encuesta realizada en la Capital Federal, para un estudio realizado por el Dr. Amado Bechara, especialista en disfunción sexual y co-director del Instituto Médico Especializado; uno de cada cinco jóvenes de 18 a 30 años, utiliza drogas que se utilizan para el tratamiento de la disfunción eréctil, para mejorar su rendimiento sexual y con fines recreativos, sin control médico.
Estos jóvenes las consumen cuando están alcoholizados, cuando tienen relaciones ocasionales con las que desean destacarse con un comportamiento fuera de lo normal, o cuando son inseguros, no confían en su potencia y temen el fracaso.
De acuerdo a las estadísticas de esta investigación, el 53,6% de los jóvenes que usan estas drogas las combinan con alcohol, o con drogas legales o ilegales como los psicotrópicos y la marihuana.
Según lo que manifiesta el Dr. Adolfo Casabe, codirector del IME y coautor del citado estudio, las drogas para la disfunción eréctil pueden provocar un peligroso descenso de la presión sanguínea, sensación de taquicardia, palidez, malestares y náuseas, debido al efecto vasodilatador que tiene este fármaco si se lo utiliza combinado con ciertos medicamentos o con alcohol o marihuana.
En realidad, aclara el Dr. Bechara, toda mezcla de drogas siempre implica algún riesgo, ya que no se conocen bien sus efectos.
Ahora bien, ¿cómo consiguen los jóvenes este medicamento, ya que se vende con receta? El 21,5% de los encuestados obtuvieron el medicamento de algún amigo; el 17,4% lo compró en una farmacia sin receta, el 2,9% lo obtuvo por Internet y sólo el 4,3% lo compró con receta médica.
Los remedios para la disfunción eréctil parecen resultar efectivos y seguros para su tratamiento, pero su uso recreativo puede ser peligroso.
Los motivos para consumir estas drogas, siguiendo este estudio, eran varios. El 44,9% de los jóvenes deseaba tener más de una erección en sus relaciones sexuales; el 27,5% tenía interés en tener erecciones más duraderas; casi la misma cantidad de ellos lo consumió por curiosidad; un porcentaje menor quería sentirse más seguro; y el resto pretendían lograr mayor rigidez peneana, evitar los fracasos o lograr contener más tiempo la eyaculación.
Estos jóvenes, después de ir a bailar, compran las pastillas sin ninguna receta, para tener plena seguridad de éxito y destacarse sexualmente; y cada vez más son los que recurren a las farmacias con este objetivo.
Los farmacéuticos reconocen que las ventas aumentan de noche y los fines de semana, antes o después del baile.
Lo curioso es que algunos jóvenes se preocupan más por destacarse con una mujer ocasional que con su propia pareja. A estos hombres en las farmacias se los denomina “hombres trampa”.
El avance de la medicina ha inundado el mercado farmacéutico de substancias para uso psiquiátrico, que indicados por los médicos idóneos suelen resultar eficaces, pero que en manos inexpertas pueden transformarse en armas letales.
El abuso de alcohol inhibe el razonamiento y un joven en estado de ebriedad puede no ser capaz de evaluar sus acciones y tomar cualquier cosa para hacer un mejor papel, porque lejos de potenciar la función sexual, la bebida la deprime.
La actitud de los jóvenes demuestra lo poco que saben de la sexualidad de las mujeres.
Fuente: “Journal of Sexual Medicine”