Siempre resulta edificante insistir con esta teoría, cuando observamos en nuestro entorno social, que las señales que emite la gente en general tienden a ser negativas.
El filósofo Bob Proctor revela el secreto de su éxito en la vida y su absoluta convicción de que todo lo que está en la mente se puede hacer realidad.
Desde hace cuarenta años este singular experto reconocido mundialmente, rige su vida por la ley de atracción y enseña de qué modo él transformó su vida y cómo todos podrían ser más felices haciendo lo mismo.
Proctor es uno de los autores del libro y de la película documental “El Secreto”, además de haber escrito el best seller “Usted nació rico” y “25 Programas de Coaching”.
Esta corriente de pensamiento se centra en el poder de la mente y la ley de atracción, principio universal que sostiene que los pensamientos pueden influenciar los acontecimientos, porque todos tenemos la capacidad de atraer con la mente todo lo que nos ocurre y todo lo que queremos.
La ley de atracción nos propone concentrar los pensamientos, el entusiasmo y la energía en forma positiva y visualizar los deseos ya cumplidos. Es un concepto que tiene miles de años de antigüedad, con raíces en el Hinduismo, en la Teosofía, en el Judaísmo y en la Cabala; abarca todas las creencias y propone un nuevo modo de vivir basado en el optimismo y el pensamiento positivo, como ejes primordiales del destino.
Esta teoría es un método sencillo que requiere en primer término saber lo que uno quiere con claridad, para poder orientar el pensamiento hacia ese objetivo y luego, pedir al universo o al Ser Supremo en quien cada uno cree, lo que se desea.
Hay que tener presente en nuestro pensamiento, en todo momento, nuestro objetivo y dirigir todo nuestro entusiasmo y gratitud para atraer lo que deseamos. Requiere además ser optimista, dar nuestros deseos por hechos y además ser capaces de recibir, manteniendo una actitud abierta para aceptar todo lo que buscamos.
Es necesario también abandonar las emociones tóxicas, como el miedo y las preocupaciones, el odio, la venganza, la envidia, y aprender a confiar en uno mismo.
La ley de atracción se basa en la ley universal de vibración, que sostiene que todo está en movimiento vibrando en distintas frecuencias y las vibraciones que emite nuestro cuerpo y nuestra mente controlan toda nuestra vida. Las vibraciones positivas atraen sucesos positivos y las negativas acontecimientos negativos.
Conociendo este mecanismo en que opera la realidad, podemos cambiar nuestra vida modificando nuestra forma de pensar ahora.
Bob Proctor se inspiró en el libro de Napoleón Hill “Piense y hágase rico”, en un momento dramático de su vida, en que se encontraba enfermo, era infeliz y no tenía dinero.
Su mente, hasta ese día, se había mantenido concentrada en sus deudas, su mala salud y en su infelicidad, pero decidió cambiar sus pensamientos y comenzó a concentrarse en la forma de ganar dinero, prestando atención a lo que hacían aquellos que eran ricos.
Empezó desde abajo, limpiando pisos él mismo hasta llegar a dirigir su propia empresa y pudo lograr su objetivo liberándose de su convicción de que para ganar dinero había que tener títulos y ser muy inteligente, comprobando que se puede ganar mucho dinero con poca educación y sin necesidad de ser tan inteligente.
Se entusiasmó tanto que abandonó la empresa que había creado, aún siendo exitosa, y se dedicó a transmitir estos conocimientos en la empresa Earl Nightingale y Lloyd Conant, de desarrollo personal, donde trabajó cinco años para luego seguir haciendo lo mismo por cuenta propia.
Proctor afirma que no se trata solamente de aprender a pensar mejor, sino que hay que cambiar de actitud, aprender a expresar los sentimientos e intentar generar vibraciones que favorezcan un entorno armonioso; y todos somos capaces de lograr este equilibrio.
Se puede empezar hoy mismo escribiendo todo lo que tenemos y que hemos conseguido, y agradecerlo. Luego podemos escribir lo que deseamos en el presente con toda claridad.
El hecho de permanecer concentrado en la forma de conseguirlo los orientará hacia la dirección correcta, atrayendo lo que desean.