Creí que eras... y ahora veo lo que eres
Eres tan distinto a lo que imaginé, creí que eras de acero, pero me equivoqué.
Creí que eras muy frío, como el invierno suele ser, creí que eras tormenta y nieve a la vez.
Ahora me doy cuenta de que así no puedes ser, pues sólo eres la niebla, que me acaricia al amanecer.
Frío tampoco eres, como solía pensar, pues eres Sol ardiente, que me calienta al despertar.
Eres suave brisa que me roza sin cesar, eres tu mi eterno oleaje, que me adormece su cantar...
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