Cometer errores es parte natural del aprendizaje, así como el caerse es parte del aprender a caminar.
Pero, cuando cometo un error serio, quizás me sea difícil perdonarme.
Mas no puedo rectificar mis acciones si permanezco culpándome.
Así que, en vez de eso, decido recordar que Dios me ama incondicionalmente.
Asumo responsabilidad por mis acciones, y con la gracia de Dios, hago lo mejor que puedo para resolver la situación.
Esto puede requerir una disculpa sincera, un cambio en mi comportamiento u otro paso.
Confío en Dios para que me guíe a la acción correcta.
Demuestro receptividad a la Gracia de Dios, me perdono y acepto Su Amor.
"Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la Palabra de Su Gracia, que tiene poder para sobreedificaros" (Hechos 20:32)
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