Cuando este extraño objeto espacial fue descubierto en enero de 2010, los científicos creyeron que se trataba de un cometa. Sin embargo, algo no encajaba. Su extraño aspecto «descabezado» y su órbita en medio del cinturón de asteroides, algo así como encontrar un pura sangre en medio de un desfile de mulas, indicaban que, en realidad, el intruso en forma de «X» tenía que tratarse de otra cosa. Ahora, nuevas observaciones realizadas por la sonda espacial Rosetta y el telescopio Hubble han confirmado algo que se sospechaba desde entonces. El objeto, bautizado como P/2010 A2, es en realidad el resultado del choque de dos asteroides, el primero en ser detectado y observado por el ser humano. La brutal colisión, equiparable a la de una pequeña bomba atómica, ocurrió en realidad un año antes de que el objeto saliera a la luz. La investigación aparece publicada en el último número de la revista Nature.
La nebulosa en la constelación de Taurus por donde pasó el asteroide y el objeto, con más detalle.
«Cuando vi la imagen del Hubble sabía que era algo especial», explica la astrónoma Jessica Agarwal, que trabaja para la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés), una de las especialistas junto a científicos del Instituto Max Planck de Investigación del Sistema Solar en Katlenburg-Lindau (Alemania) y de la Universidad de California en Los Ángeles (Estados Unidos) que han estudiado las imágenes de la extraña roca celeste. «El núcleo parecía casi separado de la nube de polvo y había intrincadas estructuras entre los escombros», explica.
Después de utilizar el Hubble para realizar el seguimiento del objeto durante cinco meses, los expertos se sorprendieron al comprobar que la colisión no era reciente, que no se había producido hacía una semana de la primera detección, como ellos creían, sino que ocurrió un año antes de lo que sospechaban. Llegaron a esta conclusión tras observar que el campo de escombros no se expandía de manera espectacular, como la metralla de una granada de mano, sino que se expande «muy, muy lentamente», en palabras de David Jewitt, responsable de las observaciones del Hubble.
Raro y de 120 metros
P/2010 A2 fue localizado en el cinturón de asteroides, un depósito de millones de cuerpos rocosos entre las órbitas de Marte y Júpiter. Se cree que los encuentros entre asteroides son comunes y destructivos, pero Jewitt estima que los choques entre asteroides de tamaño modesto se producen al menos una vez al año. Cuando chocan, inyectan polvo hacia el espacio interplanetario.
Según los cálculos de los científicos, el encuentro entre los dos asteroides que dio lugar al P/2010 A2 se produjo en febrero o marzo de 2009. Los investigadores están entusiasmados con las imágenes obtenidas por el telescopio espacial, ya que recogen la primera secuela de la colisión de dos asteroides de la que se tenga noticia.
La evolución de P/2010 A2
Las imágenes de Hubble, tomadas entre enero y mayo de 2010 con la Wide Field Camera 3, revelan un objeto puntual de 120 metros de ancho, con una larga cola y una rara forma de «x» que nunca se había observado antes. Los tamaños de partículas de la cola varían entre el milímetro a 2,5 centímetros de diámetro. Los astrónomos creen que se trata de la prueba del choque de un asteroide de unos 3 a 5 metros de ancho con otro más grande a una velocidad de 18.000 kilómetros por hora. El encuentro violento fue tan poderosos como la detonación de una pequeña bomba atómica. Los escombros formaron una larga cola, que contiene el polvo suficiente como para hacer una pelota de 20 metros de ancho.
Golpe tras golpe
Probablemente, los dos asteroides que impactaron ya habían sufrido algo semejante con anterioridad. Ellos mismos pueden ser reliquias de otros impactos entre cuerpos más grandes hace decenas o cientos de millones de años atrás. El proceso que reduce a las rocas espaciales de grandes a pequeños cuerpos se denomina colisión de molienda y se cree que es uno de los procesos principales por el que los asteroides son destruidos.
«La captura con una cámara de asteroides que chocan entre sí es muy difícil -explica Jewitt- porque los grandes impactos son poco frecuentes, mientras que los más pequeños, como el que produjo P/2010 A2, son muy débiles». Esta colisión fue observable porque ocurrió cuando lo asteroides se encontraban en la misma dirección que el Sol. Fuente: Prensa.