¿POR QUÉ TEMER?
¿Qué origina el temor que tanto daño hace a los seres humanos?
Pienso que se trata de una reacción frente a la impotencia del vasto desconocimiento de las circunstancias que pudieren afectar negativamente nuestra vida; especialmente aquellas que tienen que ver con el porvenir.
Los dos, temor y futuro, son una especie de jugarreta de nuestra mente al presentarnos proposiciones que retan nuestro potencial de raciocinio, para determinar si algo es positivo o negativo, conveniente o inconveniente, actual o remoto.
Porque… ¿Qué es el temor sino una sensación de desamparo frente a supuestos males que pudieran acontecernos, pero que desconocemos cómo, cuándo y dónde podrían actualizarse?
Y el futuro…¿No es acaso una ficción de nuestra mente sobre un tiempo que podría sobrevenir, pero que realmente nadie podría asegurarnos con certeza si lo veremos o viviremos?
Nadie puede certificar que nos acontecerán los males que tememos, o que llegará para nosotros el tiempo futuro. Simplemente, se trata de operaciones mentales, de proposiciones racionales de lo que pudiera o no materializarse, pero que ocupan nuestra mente, a veces obsesivamente, afectando nuestra vida cotidiana, desmejorando nuestra capacidad de disfrutar de las muchas y variadas bendiciones de que disponemos.
La combinación temor-futuro se convierte en un cóctel nocivo, que produce el sentimiento patológico conocido como miedo, cuando el afectado se angustia, no por el mal de ese preciso momento, sino por la posibilidad de su acaecimiento posterior -que es incierto e indeterminable- ya fuere inmediato, mediato o lejano.
Ese temor a lo que podría sucedernos si tales o cuales condiciones se dieran, ocupa un buen espacio de nuestro intelecto y capacidad creativa, que bien podríamos utilizar para procurarnos mayor felicidad, disfrutando de todas las cosas bellas que encierra nuestro maravilloso hoy.
En múltiples ocasiones y con respecto a temores que me ocuparon, sucedió que “El miedo al suceso fue mayor que el suceso mismo.” Esto me enseñó que no debo anticiparme a los acontecimientos, especialmente cuando afectan mi felicidad, porque corresponden al mundo de lo posible; esto es que pudiera ser que nunca lleguen a actualizarse.
No permito que me afecte negativamente nada que corresponda a la concepción de “Lo que podría ser o suceder mañana o después de mañana”, porque aprendí la única fórmula efectiva para prevenirlo, si es que alguna vez llegare a producirse: hacer las cosas bien… hoy. Nada más que eso puedo hacer y trato de realizarlo con diligencia y eficiencia.
Para fortalecerme frente a temores e incertidumbre del futuro, que como humano muchas veces me acechan, echo mano de un recurso que nunca me falla. Acepto que soy uno con Dios, que poseo parte de su luz, su poder y su fuerza. Entonces me repito hasta convencerme: ¿No hizo Dios los cielos, la tierra y es todo poderoso? Entonces, “Si Dios está conmigo… ¿A quien temeré?
Esa poderosa admonición me ayuda a disfrutar mi hoy, sin temores ni preocupaciones por un futuro, que ni siquiera sé si llegará para mí.
Autor: Dr. Amauri Castillo
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