Traumas afectivos
El mass media suele divulgar las grandes tragedias colectivas,
como inundaciones y guerras.
Ella también trata con frecuencia de eventos ruidosos,
a ejemplo de asesinatos, asaltos y otros crímenes violentos.
Sin embargo, hay un género de conducta discreta y bastante común,
que causa enorme número de víctimas.
Se trata de las lesiones afectivas.
Las relaciones humanas ni siempre se establecen con el criterio deseable.
Movidas por carencias o aún por leviandade,
las criaturas establecen vínculos sin grandes reflexiones.
Ellas se conocen en varios ambientes, como en el trabajo,
en clubes, en bares o aún por la internet.
Sin indagar de la existencia de real afinidad,
se permiten importantes intimidades.
El conocimiento de la esencia de alguien demanda tiempo y convivencia.
Nadie se muestra como es en rápidos y reducidos contactos.
Por cuenta de la afoiteza en establecer vínculos,
es común la desesperación en los extinguís.
En ese juego de conocer, probar y descartar,
las personas son tratadas como objetos.
Pero, el ser humano siempre es acreedor de respeto.
Por más que se presente frágil y lamentable, en sus hábitos,
se trata de una criatura de Dios.
A nadie es lícito ilusionar el semejante.
Por veces, la criatura a quién se experimenta,
en el juego de los sentidos, posee graves problemas íntimos.
Como enferma emocional, debería ser blanco de los mayores cuidados.
Quién a desprecia asume grave responsabilidad en faz de la vida.
Las angustias que la víctima vivenciar,
los actos que viniera a practicar a partir de los malos tratos recibidos,
serán debitados a quién les dio causa.
Es muy importante reflejar acerca de las expectativas que
se suscita en el semejante.
Poco importa que las costumbres sociales sean corrompidos
y que conductas livianas parezcan comunes.
Cada uno responde por lo que hace.
Quien lesiona afectivamente el semejante se vincula a él.
En la conformidad de la orden cósmica, la consideración y
la fraternidad
deben regir la relación humana.
Aquel que se aleja de esos criterios se presenta candidato la
importantes padecimientos.
Se trata de la vida a ministrar las enseñanzas necesarias para la
educación de cada Espíritu.
Así, nadie lesiona el semejante sin lesionarse también.
Quien provoca sentimientos de inferioridad y rechazo desarrolla
complejos semejantes.
Hasta que note el mal que causó, no tendrá paz y ni plenitud.
Si fueran muchas las lesiones afectivas perpetradas,
inmenso será el esfuerzo necesario para cicatrizarlas.
Conviene reflejar sobre eso, antes de iniciar y terminar relaciones,
sin mayores criterios.
Finalmente, será preciso notar con esfuerzo todo el
perjuicio causado con leviandade.
Redacción del Momento Espirisista.
En 07.10.2010.
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